EL GENOCIDA BUSH decidió vetar a Bolivia, sacándola de las preferencias arancelarias que facilitaban que algunos productos bolivianos (como joyas, textiles o muebles) entraran a EE.UU. El congreso de ese país resolvió ampliar por 6 meses más el ATPDEA, pero sigue presente la amenaza de hundir virtualmente el 17% de las exportaciones nacionales, y arrojar a la desocupación a casi 22000 trabajadores vinculados a estas industrias.
Ante esta situación, hay que preparar una respuesta unitaria y decidida de los trabajadores en defensa del empleo y el salario.
El gobierno se reunió varias veces con los exportadores, ha formado una comisión para buscar nuevos mercados y prometió subsidios a los empresarios, en caso necesario. Sin embargo, esto no es para nada la respuesta que necesitamos los trabajadores.
Sabemos que las empresas de los Iberkleid, Bracamonte y cía hicieron grandes fortunas con la exportación gracias a las altas ganancias basadas en sueldos miserables de Bs. 800 o menos, así como en la terciarización y la precarización laboral de decenas de talleres descentralizados que trabajan con la forma de maquilas y en donde no existe la organización sindical, pagándose salarios inferiores al mínimo nacional y desconociéndose todos los derechos laborales.
Ahora, los empresarios pondrán por encima de todo su capital, y mientras les pedirán a los trabajadores más sacrificios, si les resulta conveniente no vacilarán en cerrar, o incluso trasladarse a otros países, como Chile o Perú, donde se habrían firmado acuerdos de libre comercio que los someten más a Estados Unidos.
Es el cuento de siempre: cuando fue el tiempo de bonanza económica los empresarios se enriquecieron y entregaron el país con acuerdos que mellaban la soberanía nacional como es el ATPDEA. Ahora que se viene la crisis querrán que la paguemos los trabajadores y el pueblo con desocupación y hambre.
Ante cualquier cierre o despido, tomar las fábricas
Hay que impedir que los empresarios que se han enriquecido en todos estos años, como por ejemplo AMETEX, que vendió sólo el año pasado por un valor de casi 14 millones de dólares, o EXBOL, con casi 47 millones de dólares, intenten vaciar las empresas, hacer una “masacre blanca” y llevarse las maquinarias.
Hay que prepararse desde ahora. Se trata del futuro de nuestras familias, exijamos discutir entre todos cual es la mejor forma de enfrentar esta crisis. Creemos que un primer paso sería convocar urgentemente a Asambleas de Base de los distintos sindicatos y a nivel de las Federaciones Departamentales para resolver las medidas a tomar.
Se debería resolver en estas asambleas que “toda fábrica que cierre o despida debe ser tomada, reclamando la inmediata nacionalización y seguir produciendo bajo el control de los trabajadores”.
Pero ya mismo hay que soldar la más firme unidad de los trabajadores de las distintas empresas y de todo el sector fabril y exportador, impulsando la sindicalización y el pase a planta permanente de los miles de trabajadores que están en talleres “externos”, precarizados bajo el régimen de maquila, asegurando para todos inmediato aumento de salarios y condiciones dignas de trabajo.
Por un plan obrero de reconversión industrial
Pero esas medidas de urgencia no alcanzan. Hace falta que los trabajadores elaboremos un ge-nuino plan de reconversión industrial par el sector exportador, y exigirle al Gobierno nacional su aplicación.
Los trabajadores no podemos estar pendientes de los caprichos imperiales ni permitir que en nombre de la “lucha contra el narcotráfico” el imperialismo norteamericano chantajee al país ni a los trabajadores del sector.
Es necesario discutir un plan de reconversión industrial, que garantice la fuente de empleo, con salarios dignos y plenos derechos laborales para todos. No sólo se pueden atender otros mercados externos, sino que se podría asegurar el abastecimiento de textiles, muebles, etc. para el mercado nacional, apoyándose en el monopolio estatal del comercio exterior, la nacionalización de la banca (para garantizar financiación barata) y la reversión al Estado de las “capitalizadas” (para contar con energía y servicios accesibles), entre otras medidas. Sólo los trabajadores pueden garantizar una salida así, con su control colectivo de la producción, en el camino de la nacionalización de la industria.
Ninguna confianza en la burocracia fabril
Lamentablemente al frente de nuestras organizaciones hay camarillas burocráticas que lejos de pensar en los intereses de los trabajadores, se preocupan más por los propios y mantienen un verdadero pacto con los empresarios en nombre de producir y exportar, que frena y divide a las fuerzas obreras, entre empresas, y dentro de cada empresa, entre efectivos y eventuales, entre las plantas centrales y los talleres externos, cuando lo que más se necesita es la unidad obrera y una respuesta de los trabajadores ante cualquier ataque patronal.
No podemos confiar en que estos dirigentes lleven adelante una lucha en serio. Hay que agrupar por abajo a los trabajadores que quieren preparar la pelea, para imponer la democracia de las asambleas para discutir la situación y adoptar cualquier decisión, y preparar desde ahora el camino para elegir comités de huelga cuando haya que pasar a la acción.
Por Daniel Villaflor