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CON LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO GRIEGO

Por la anulación de la deuda y contra los planes de austeridad


La “troika”, con el gobierno Alemán a la cabeza, y la gran banca imperialista, presionan al gobierno de Grecia con cerrarle el financiamiento para que se someta al pago de la deuda y los programas de ajuste que han hundido al país en la miseria con la complicidad de la burguesía griega. Frente a este chantaje, es necesario organizar la más amplia solidaridad internacional con los trabajadores y el pueblo griego. Por la anulación de la deuda y contra los planes de austeridad El 25 de enero, la gran mayoría del pueblo griego votó por Syriza, expresando de esa manera su voluntad de no seguir pagando con desempleo y miseria el “rescate” del capitalismo griego y de la gran banca imperialista, a través de los “memorandums” impuestos por la tristemente célebre “troika” (la Comisión Europea bajo la dirección de la canciller alemana Ángela Merkel, el Banco Central Europeo y el FMI).
 

Los partidos capitalistas tradicionales que vienen aplicando los recortes sufrieron una derrota estrepitosa. Mientras que las fuerzas de izquierda -Syriza, el Partido Comunista de Grecia y Antarsya- obtuvieron un 42,5 % de los votos.

El gobierno de Syriza asumió con la promesa imposible de no seguir aplicando los planes de austeridad y a la vez llegar un acuerdo con sus acreedores, los mismos que le exigen aplicar el ajuste para repagar la deuda, para mantener a Grecia dentro de la Unión Europea y la eurozona.

Pero la ilusión del primer ministro griego, Alexis Tsipras, de conseguir que sus “socios” europeos le permitan un mínimo margen de maniobra duró lo que un suspiro.

Ni bien asumieron el gobierno, los líderes de Syriza encararon una gira por las capitales europeas para conseguir apoyo para su plan de renegociación de la deuda. Tsipras y su ministro de finanzas, Yanis Varoufakis, se apoyaron incluso en las declaraciones del presidente norteamericano Barack Obama, que aprovechó demagógicamente la situación de Grecia para avanzar en la disputa que viene sosteniendo con Merkel en torno a la necesidad de cambiar la austeridad por políticas de estímulo. No hace falta aclarar que a Obama no le importa el sufrimiento del pueblo griego sino que la crisis en la Unión Europea ponga en riesgo la recuperación y los intereses de Estados Unidos.

Sin embargo, el peregrinaje de Varoufakis terminó en una derrota. Y la troika hizo lo que está en su naturaleza imperialista: chantajear al “gobierno antiausteridad”, y por esa vía al pueblo griego que mayoritariamente lo votó, para que rebaje sus pretensiones y se someta a su programa de recortes y reformas estructurales. En esta “cruzada” de la canciller alemana Ángela Merkel se ha sumado el primer ministro del Estado español, el derechista Mariano Rajoy, que además de defender los intereses de los bancos españoles en Grecia, teme que si Syriza consigue que la UE afloje, esto fortalezca a Podemos en las próximas elecciones. Los supuestos amigos de Tsipras, el presidente francés F. Hollande y el primer ministro italiano, M. Renzi, terminaron alineándose con Frau Merkel y todos juntos pusieron a Grecia contra las cuerdas.

El chantaje de la “troika”

Como es sabido, el Banco Central Europeo decidió dejar de aceptar los bonos griegos como garantía de financiamiento de los bancos de ese país, por lo que de seguir en pie esta medida, este fardo recaería sobre el Banco Central Griego. La válvula de escape para evitar una crisis bancaria, es la disponibilidad de la llamada línea de Asistencia de Liquidez de Emergencia del BCE, aunque este mecanismo es temporario (el BCE lo supervisa y decide si lo mantiene) y además, tiene un interés sensiblemente más elevado.

La pulseada entre la troika y el gobierno griego sigue esta semana con la reunión de ministros de finanzas de la eurozona el 11 de febrero y la cumbre de la UE el 12, donde muy probablemente continúe esta política de apriete. Por convencimiento neoliberal y por presiones internas, donde la austeridad contra Grecia es popular, Merkel se mantiene firme en su línea dura.

El gobierno griego especula con que, en última instancia, Alemania también tiene un problema: si a Grecia se le cierran todas las vías de financiamiento y no lo queda más alternativa que salir (con una ayudita) de la moneda común, esto podría disparar una crisis en toda la eurozona, poniendo en riesgo la unidad europea misma.

Y Alemania especula con que Tsipras va a terminar cediendo antes de arriesgarse a incendiar su país y la eurozona. Y hasta el momento parece tener razón: desde 2012, cuando Syriza quedó a las puertas del gobierno, hasta ahora, que efectivamente es gobierno, Tsipras ha diluido su programa, tratando de presentarse confiable para la burguesía griega y europea. En pocos días pasó de plantear una quita importante de la deuda, a un plan más “realista” de renegociación de plazos y formas de pago: el plan que está presentando ahora consiste en pagar la totalidad, tratando de extender los vencimientos y atando el pago de la deuda al crecimiento del PBI. Mientras tanto, para ganar tiempo, su plan es conseguir un “préstamo puente” de 10.000 millones de euros para financiar los gastos del estado en los próximos meses.

Pero entre las buenas intenciones pagadoras de Tsipras y su concreción hay un mundo, que incluye la posibilidad de que los trabajadores y jóvenes que confían en Syriza se rebelen si el gobierno falta a sus promesas electorales. Por eso, aunque sea por accidente y no por voluntad política, está abierta la posibilidad de un escenario catastrófico.

Rescate para los capitalistas, hambre para los trabajadores

A pesar de los planes de “rescate” y los recortes que se vienen aplicando desde 2010-11, la deuda griega no ha parado de crecer. Hoy representa alrededor del 177% del PBI, lo que implica un aumento del 4% desde la reestructuración de 2011-12. De los 300.000 millones de euros que debe el gobierno griego, 240.000 (un 80%) corresponden a los préstamos de instituciones europeas en el marco de los rescates implementados a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. La expoliación es tan escandalosa que a pesar de los programas de austeridad, Grecia siguió siendo uno de los principales compradores de armas, nada menos que a Alemania y Francia.

El pueblo griego viene pagando desde hace años la deuda que generaron los negocios de los bancos griegos y europeos y los grandes capitalistas griegos, amparados por el estado y los partidos que gobernaron a su servicio.

Las consecuencias sociales son catastróficas para la gran mayoría de la población: la tasa oficial de desempleo orilla el 27%, se redujeron los salarios y las jubilaciones, los recortes del gasto público afectan la salud y la educación. Casi la mitad de la población (4 millones sobre un total de 11 millones) vive en la pobreza.

Ante esta catástrofe social, Tsipras anunció una serie de medidas mínimas -aumento del salario mínimo, suspensión de los recortes a las pensiones, reforma impositiva para que aumentar la carga tributaria a los más ricos, devolución de la electricidad a los hogares que se quedaron sin servicios por falta de pago-. Estas medidas elementales, si bien son necesarias, de ninguna manera alcanzan a revertir los efectos de la crisis capitalista y los memorándums.

Más importante aun, el programa del gobierno de Tsipras no es de ninguna manera desconocer la deuda y hacer que la crisis la paguen los capitalistas griegos y europeos, sino seguir pagando la deuda pero renegociando los términos con los acreedores, que como sabemos bien en América Latina, implica hipotecar el futuro de las próximas generaciones que cargarán aun con ese peso. En ese sentido, Tsipras sigue el ejemplo “pagador” de los gobiernos kirchneristas, a los que tiene como referencia.

Contra el chantaje, con los trabajadores y el pueblo griego

Es verdad que hay una diferencia entre los países como Argentina, que sufren la opresión y la expoliación imperialista, y Grecia, que aunque con menor jerarquía que los países del núcleo duro de la Unión Europea, su clase dominante es parte de este bloque imperialista. Esto es así aunque hoy esté bajo una fuerte presión de Alemania y haya perdido soberanía nacional bajo la tutela de la troika.

Sin embargo, de ninguna manera somos neutrales en esta pulseada. Siguiendo tradición de la Tercera Internacional que denunció en 1920 la terrible opresión que las potencias vencedoras ejercían sobre Alemania con la imposición del Tratado de Versalles, sometiendo al pueblo alemán al atraso y a la miseria, desde el PTS y nuestra corriente internacional nos pronunciamos por la anulación de la deuda que hunde al pueblo griego en la desesperación, como parte indisociable de un conjunto de medidas anticapitalistas, que incluya la nacionalización de la banca, la expropiación de las grandes empresas bajo control de los trabajadores, que lleven hacia una salida obrera y socialista para Grecia y Europa.

No apoyamos políticamente al gobierno de Syriza, que tiene un programa de reformas tibias y de mantener intacta la Unión Europea como bloque capitalista.
Tampoco creemos que haya que apoyar su posición en la negociación para seguir pagando la deuda generada por los capitalistas griegos y los banqueros europeos, que se han enriquecido y se siguen enriqueciendo a costa del hambre de la mayoría de la población. Nuestra solidaridad es con los trabajadores y el pueblo griego que han demostrado una enorme voluntad de lucha con más de 30 huelgas y paros generales, contra la austeridad de la troika y los gobiernos capitalistas del Pasok-Nueva Democracia que aplicaron los memorándums.

Pero el pueblo griego no podrá ganar solo esta pulseada. Es necesario organizar la más amplia solidaridad internacional con los trabajadores griegos. Es necesario que los sindicatos alemanes y franceses y europeos en general, rompan su colaboración con los partidos y gobiernos capitalistas y llamen a la movilización en los diversos países en apoyo del pueblo griego. Es necesario movilizarse en el conjunto de América Latina que sufre la opresión imperialista. En particular en Argentina, está planteado que las fuerzas que integramos el FIT lancemos ya mismo una campaña común, porque si ganan los trabajadores griegos avanzaremos un paso en la lucha por terminar por la explotación capitalista.



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