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Un balance necesario:

El fracaso de los “radicales” y la necesidad de un partido revolucionario

 

El triunfo electoral del MAS ha llevado a una profunda crisis a todas las expresiones de la llamada “izquierda radical”, que en su mayor parte o ha sido absorbida directamente por el MAS, o bien se debate entre un “apoyo crítico” más o menos vergonzante al gobierno de Evo Morales y la falta de proyecto político propio.

Ante las grandes crisis nacionales, como el levantamiento de Octubre y las Jornadas de Junio el MAS se ubicó claramente en la defensa del régimen, frenando la movilización y avalando las “salidas constitucionales”, primero con Carlos Mesa (a quién apoyó durante un año y medio) y luego con Rodríguez. Así, el MAS hizo honor a su rol “moderado”. La COB y otros sectores vistos como “radicales”, lo desbordaron por izquierda en las medidas tácticas y en la oposición al gobierno burgués de turno, pero en ningún momento opusieron a la línea frenadora del MAS una alternativa seria para el desarrollo de la movilización. No podía ser de otra manera, puesto que los radicales comparten con el MAS similar estrategia reformista de presión y conciliación con la burguesía, aunque difieran en el discurso y parcialmente en los métodos: mientras el MAS privilegia el terreno electoral, algunos de estos sectores son “antiparlamentarios” y más bien buscaron siempre un oficial nacionalista a quien apoyar, como decía Jaime Solares “un revolucionario como Chávez”.

De la Asamblea Popular al Instrumento Político de los Trabajadores

En plena crisis de Junio, el 8 se reunió en El Alto la “Asamblea Popular nacional originaria”, con dirigentes de la FSTMB, magisterio, COR, FEJUVE, COB y otras organizaciones. Allí, desde la LORCI intervinimos peleando por una asamblea popular compuesta por delegados de base de todos los sectores, construida a nivel local, regional y departamental, así como impulsando comités de defensa y comités de abastecimiento popular. De haber surgido la misma hubiera abierto una perspectiva de poder obrero y popular, cuestionando el desvío electoral en ciernes y hubiera sido un duro golpe para el MAS, que no casualmente tildó el intento de “delirio izquierdista”. Pero la mayoría de los dirigentes sindicales “radicales” concebían la asamblea como un espantajo superestructural para presionar al régimen y al MAS, y no como un verdadero órgano de poder obrero y popular. Así, el intento se diluyó rápidamente y todos terminaron avalando la solución constitucional de Sucre.

Posteriormente, una vez puesto en marcha el desvío electoral, se abrió el debate sobre la participación en las elecciones. La COB promovió la discusión de un “instrumento político” propio. Desde la LOR-CI dimos una dura batalla en los Ampliados y debates sindicales, como integrantes electos de la Comisión Política de la COB, defendiendo la necesidad de un instrumento político de los trabajadores basado en los sindicatos y con democracia obrera, por una salida obrera y campesina a la crisis nacional. Pero la mayoría de los dirigentes sindicales, a pesar de sus discursos rojos, compartían la concepción reformista con el MAS y en el fondo no querían romper con éste; así, muchos abandonaron esta pelea y algunos se sumaron al carro de Evo, frustrándose la posibilidad de iniciar la construcción de una alternativa de clase.

Los radicales a la sombra del “gobierno popular”

Todo esto facilitó al MAS el capitalizar electoralmente el descontento popular, pues incluso para los sectores de la vanguardia que criticaban duramente las capitulaciones de Evo (como en junio) la fraseología vacía de los “radicales” no ofrecía ninguna alternativa concreta.

Ahora, frente al gobierno de Evo y García Linera, los radicales que no se pasaron al campo oficialista mantienen una actitud capituladora, un apoyo más o menos crítico sembrando la ilusión de que se puede cambiar el programa del gobierno “para que cumpla con las demandas de octubre y junio”, mezclado con “plazos” y “advertencias” que no pretenden organizar las fuerzas obreras y populares de manera independiente al gobierno sino tan sólo presionarlo.
Estos “radicales” capitulan al MAS y al mismo tiempo, como una barrera de contención sindical para impedir que las masas sigan un camino independiente, de clase, al avanzar en su experiencia con el gobierno de Evo. Por supuesto, estos “radicales” no tienen nada de revolucionarios.

El POR: adaptación centrista a los capituladores

El POR-Masas se reclama trotskista, pero pese a su discurso rojo y a sus apelaciones a la revolución proletaria, nunca levantó una alternativa concreta frente a la política de la burocracia sindical. Dirigió a miles de maestros en las calles, pero con una óptica cerradamente sindicalista y salarialista, cuando lo que hacía falta era proponer una política de desarrollo de la autoorganización del movimiento de masas. Así, en Junio hicieron propaganda de que la Asamblea Popular se había conformado en junio, pero nunca impulsaron la elección de delegados de base a la misma desde sus puntos de apoyo en el magisterio y la universidad, coincidiendo de hecho con la burocracia reformista en los momentos decisivos, que es precisamente el rasgo que caracteriza al centrismo.

Cuando después de junio se debate en la COB la creación de un instrumento político de los trabajadores, el POR se opuso con todas su fuerzas, facilitándole al MAS la tarea de impedir que surgiera una alternativa de clase a su izquierda.

Ahora, después de haber declarado cientos de veces que “las masas han superado las ilusiones democráticas” se conforma con insistir en que “se precipita el choque con las masas radicalizadas” , con lo que se abstiene de responder concretamente desde una política de clase a problemas como el de la futura Asamblea Constituyente.

Por otra parte, llama la atención el desdén del POR, al igual que otros grupos de la izquierda universitaria, hacia la clase trabajadora y sus tareas. La clase obrera no puede ser sólo “programa” ni antigua tradición, un partido que merezca el nombre de proletario sólo puede construirse organizando políticamente a los trabajadores en fábricas y talleres, aportando a la construcción de un nuevo movimiento obrero.

Por un genuino partido obrero, socialista y revolucionario

Es necesario construir un nuevo partido revolucionario, firmemente enraizado en la clase obrera, que pueda disputar la dirección del movimiento de masas ante los futuros combates de la lucha de clases. Se trata de construir un partido que lejos de contentarse con frases radicales, se dote de una estrategia de poder obrero y popular y sepa combatir al reformismo y la burocracia en todos los terrenos, como en el sindical o el electoral. Esta es la mayor y más urgente lección de la rica historia revolucionaria del país, reafirmada por las enseñanzas de estos cinco años de grandes embates de masas y crisis políticas.

Desde la LOR-CI luchamos por la construcción de este partido, aportando hoy a la recomposición de la clase trabajadora con nuestra modestas fuerzas. Sostenemos también que este partido debe ser consecuentemente internacionalista, parte de la lucha por reconstruir la Cuarta Internacional como el partido mundial de la revolución socialista.

Pero sabemos que un genuino partido revolucionario no nacerá por “autoproclamación” como cree el POR, sino mediante fusiones entre el programa y los cuadros marxistas y la vanguardia obrera. Por eso, estamos dispuesto a impulsar sin sectarismo el reagrupamiento de la vanguardia obrera ligando las batallas política concretas, como la lucha por la organización obrera independiente del gobierno, a una estrategia de poder obrero y popular. Invitamos a discutir cómo avanzar en estas tareas.

Por Javo Ferreira



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