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Lecciones de una lucha ejemplar

 

El sábado 12 de agosto los trabajadores del Taller Externo de El Alto, quienes habían organizado su sindicato casi dos meses atrás -SITRATEA- y protagonizado en este corto lapso de tiempo un intenso proceso de movilización, daban fin con un solemne acto y posterior fiesta, a un importante ejemplo de organización y lucha obrera en uno de los cientos de talleres que en la ciudad de El Alto, explotan salvajemente a los trabajadores. Este sábado los trabajadores del TEA, junto a trabajadores de otras empresas, aeronáuticos, bancarios, maestros y estudiantes, compartíamos una pequeña alegría: empezábamos a recuperar la dignidad obrera, nuestra dignidad como trabajadores y como seres humanos, largamente pisoteada por los empresarios y la clase dominante. Este día establecimos el firme compromiso de recuperar la solidaridad obrera, como en los días de conflicto, y transmitir esta experiencia en otras fábricas y talleres donde miles de trabajadores son burlados en sus más elementales derechos.

“El Taller” y la explotación

El Taller Externo de El Alto era uno de los 16 talleres que trabajan para EXBOL, Exportadores Bolivianos SRL en El Alto, la principal exportadora de joyería de oro a EE.UU. encabezada por Eduardo Bracamonte, actual presidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (CANEB).
EXBOL montó estos talleres para llevar al extremo la explotación obrera y burlar la legislación laboral.
En TEA trabajaban 81 trabajadoras - sólo 10 hombres- en las mismas condiciones que decenas de miles de trabajadores en la ciudad de El Alto, en las laderas de La Paz y en las barriadas industriales de Cochabamba y Santa Cruz: salarios inferiores al mínimo de ley, que es de 500 Bs., jornadas de trabajo superiores a las 10 o 12 horas diarias, sin derecho a seguridad social, seguro médicos, ni nada. Como en la gran mayoría de estas empresas y talleres, las trabajadoras se veían obligadas a trabajar con sus niños, ante la inexistencia de guarderías y centros de atención a la mujer trabajadora.
Como la mayoría de los 100 mil asalariados de la ciudad de El Alto, las trabajadoras del TEA no tenían derecho a la organización sindical, y hasta se veían obligadas por los empresarios a marchar a favor del TLC, como si se tratara de ganado y no de personas que desean un país distinto. TEA es parte de esa nueva clase obrera, precarizada, superexplotada, sin organización ni experiencia todavía, pero con sus fuerzas frescas y un enorme potencial, que lentamente está comenzando a despertar.

“Dignidad obrera” frente al miedo: surge el sindicato...

Las trabajadores de TEA en su mayoría son mujeres jóvenes, de 23 a 30 años, pero son trabajadores “viejos”, es decir, están en fábricas y talleres desde los 13 o 14 años, han pasado por varios centros de explotación antes del TEA, vieron que cada vez que cierra una empresa o despiden los trabajadores no cobran un céntimo.
Muchos de ellos hicieron tristes experiencias en fábricas como Christie’s, que cerró dejando en la calle a 400 obreros que aun hoy, luego de años de juicios ganados, no han podido cobrar sus finiquitos. Estas experiencias fueron claves para comprender que sin organización y lucha el resultado sería mucho peor. Así, cuando el responsable del taller, Poquechoque, empleado de Bracamonte, gerente de EXBOL Srl., anunció que el trabajo se terminaba antes de fin de año, todos decidieron decir BASTA! y constituir el sindicato para defender sus derechos.

SITRATEA surgió luego de casi dos meses de discusión clandestina y reuniones preparatorias, hasta que finalmente 38 trabajadores de los 81 iniciaron la pelea a la que dos días después se sumarian la totalidad. La empresa intentó hacer lo de siempre, despedir a la directiva, pero se encontró con todo el taller en pie de guerra: la huelga y ocupación de las instalaciones fueron la respuesta y los empresarios tuvieron que retroceder. Luego intentaron despedir a 5 trabajadores, los más nuevos, y la respuesta fue el abandono de los puestos de trabajo, la movilización y una fugaz ocupación del Ministerio de Trabajo.
Nuevamente la empresa debió retroceder. Los empresarios empezaron a ver este proceso como una seria amenaza, ya que si el ejemplo de SITRATEA se generalizaba a otras empresas y talleres, sus jugosas ganancias a base de superexplotación correrían peligro. No les faltaba razón, pues trabajadores de otros talleres y fábricas comentaban la experiencia y se acercaron al sindicato para consultar como organizarse. Bracamonte y sus socios en la joyería de exportación empezaron a diseñar un plan para cortar de raíz la rebelión obrera, adelantando el cierre de opreaciones.

El ataque patronal, la actitud del gobierno y el aislamiento obrero

El 14 de julio, inicio del feriado largo en La Paz se produce el cierre del taller y el despido masivo de los trabajadores, en vísperas del viaje de la delegación boliviana para negociar en Estados Unidos la ampliación del ATPDEA, encabezada por el vicepresidente García Linera, e integrada por grandes exportadores como el propio Bracamonte. Se abrió así la fase mas difícil y decisiva de la lucha. La respuesta obrera fue la movilización. No se pudo tomar la planta -un taller alquilado y casi vacío-, por lo que hubo que volcarse a las calles. Además de hacer una gran campaña de denuncia pública, recurrieron al mismo Evo Morales, a la Vicepresidencia, al Ministerio de Trabajo, exigiendo el mantenimiento de las fuentes de empleo. Sin embargo los empresarios estaban tranquilos: el Poder Ejecutivo prefería sacrificar a 80 familias antes que obligar a Bracamonte y los exportadores a respetar sus puestos de trabajo, ya que su política de colaboración con los empresarios no iba a ser quebrada. Por otra parte, las organizaciones matrices, como la Federación de Fabriles, la COR-El Alto y la COB no movieron un dedo, prefiriendo “mirar para otro lado” y desentenderse de una lucha que los incomodaba y cuestionaba su amable convivencia con la burguesía nacional a costa de los intereses más elementales de los trabajadores.
Este conflicto daba la oportunidad a las organizaciones sindicales para llevar adelante una gran campaña de denuncia de las condiciones laborales y de organización obrera.
Sin embargo, los dirigentes no solo dieron la espalda a TEA sino que algunos llamaron a “no hacer nada” para evitar complicaciones. Así, las trabajadoras tuvieron que pelear solos y sin colaboración activa de ninguna de ellas.

¿Triunfo o derrota? Lecciones de un primer gran combate

El 4 de agosto, los trabajadores, luego de una intensa movilización, se vieron obligados a suspender las medidas de lucha, ante el aislamiento y el riesgo de agotar sus fuerzas. Sin embargo, tras ardua negociación en el Ministerio de Trabajo, se logró imponer una substancial mejora en los finiquitos a pagarse, cobrando en hasta el triple de lo que la empresa estaba dispuesta a pagar al inicio del conflicto, así como asegurar los derechos de lactancia de las embarazadas y de las compañeras con hijos lctantes. El promedio de todos los compañeros estaba entre los 2500 y 5000 Bs. En casos que la empresa quería cancelar 200 Bs., se logró un piso de 1000 Bs. Comparando esto con anteriores despidos, los trabajadores sentían ampliamente justificada la lucha dada. Por el contrario, las 15 compañeras que no confiaron en el sindicato y la pelea, apresurándose a aceptar la limosna del empresario, solo recibieron entre 200 y 800 Bs. por varios años de trabajo.

No se pudo recuperar la fuente de empleo, lo que desde un punto de vista objetivo constituye una derrota, pero la moral con que salieron los trabajadores del TEA era de victoria, comomostró el emotivo acto y fiesta en la Casa Obrera y Juvenil. Por primera vez habían enfrentado al empresario explotador y se rebelaron contra las humillantes condiciones de trabajo. En tan solo dos meses un sector pequeño pero avanzado de trabajadoras hizo una importante experiencia con el gobierno del MAS y sus funcionarios, comenzaron a comprender que las leyes están hechas por y para los empresarios y que sólo la confianza en las propias fuerzas, la unidad y la solidaridad obrera nacional e internacional, sin confiar en la colaboración con los empresarios, el Estado y el gobierno, es la que puede conducir al triunfo de los trabajadores. La dignidad obrera empezó a recuperarse con este combate y es esto lo que convierte a esta lucha en una pequeña victoria desde el punto de vista de la recomposición obrera.

La preparación desde abajo y clandestinamente, comenzando por los compañeros de más confianza, es la mejor forma de preparar la organización, y una vez que se sale a la lucha, la democracia de las asambleas, la movilización y una dirección clasista y con ideas claras son las principales armas obreras. Otra lección importante es que frente a la estrategia empresarial de dividir a las fuerzas obreras, dispersándolas en talleres, subcontratistas, precarizando, etc., hay que combatir con una estrategia obrera que una las filas obreras, a los obreros de las plantas centrales y los talleres, a los efectivos y eventuales, pues esa unidad será la forma de doblarles el brazo a los empresarios. No se puede confiar en el “gobierno popular”, atado a los intereses de los empresarios a pesar de sus discursos y promesas sobre la “dignificación del trabajador”. Y tampoco en los dirigentes burocratizados de las federaciones y COB, con sus lazos con el gobierno y en algunos casos hasta pactos con los empresarios, que ignoran a los trabajadores más explotados y no tienen interés en ayudarlos a organizarse. Por ello, parte esencial de la lucha por la organización obrera independiente es imponer en nuestras organizaciones la democracia obrera y construir, desde abajo, una nueva dirección, revolucionaria, contra todas las alas de la burocracia.

Por Javo Ferreira



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