FENCOMIN y las cúpulas cooperativistas se declararon contra la nacionalización minera y la refundación de COMIBOL; mostrando estar al servicio de las grandes empresas mineras.
Lamentablemente, algunos dirigentes sindicales hicieron lo mismo. Se oponen a la nacionalización de la minería con el falso argumento de que pondría en peligro la estabilidad laboral y los beneficios sociales para los trabajadores.
Este problema es muy discutido no sólo entre los trabajadores mineros, sino también en las empresas y servicios públicos capitalizados: aeropuertos, ferrocarriles, hidrocarburos, etc. Por ello, es muy importante comenzar a debatirlo en profundidad.
El ejemplo de Huanuni
La larga lucha de los trabajadores de Huanuni, desde la quiebra de Allied Deals en 1999, demuestra lo contrario.
Sólo luchando a brazo partido e imponiendo la nacionalización de la Empresa Minera Huanuni lograron proteger sus puestos de trabajo, sus salarios y condiciones laborales, sus beneficios sociales. Más aún, debieron imponer el “control social” -un paso hacia el control obrero de la producción- y luego darse un programa para unir a los desocupados y campesinos frente al asedio cooperativista, haciendo sus propias propuestas para ampliar el plantel de trabajadores y desarrollar en gran escala la explotación .
Sin embargo, en lugar de mostrar estas enseñanzas, despiertan temores entre los trabajadores de otros distritos hoy en manos de grupos privados, como COMSUR o Inti Raymi, muchos de los cuales son jóvenes obreros que no tienen experiencia sindical o de lucha y temen ver afectado el sustento de sus familias si se nacionalizaran esas empresas.
En realidad esos malos dirigentes proponen una alianza con los empresarios explotadores, que va directamente contra los intereses de los trabajadores y los de la nación.
Pero la política del MAS, que mientras entrega El Mutún a las transnacionales, promete “seguridad jurídica” a los inversores privados en la minería y defiende a los empresarios del sector, habla en sus discursos de “nacionalización” sólo ayuda a confundir a los trabajadores y les hace el juego a los intereses privatistas y a la burocracia sindical que les sirve.
La nacionalización sería un gran paso para los trabajadores
Una verdadera nacionalización de la minería -COMSUR, INTI Raymi, Vinto, etc.- sería un gran paso adelante.
Permitiría unificar todo el sector con un plan racional de desarrollo minero, impidiendo que las empresas se sigan llevando al exterior las enormes ganancias que los altos precios actuales generan. No sólo se podrían mejorar los salarios, las condiciones de seguridad industrial, los servicios sociales para los trabajadores mineros y sus familias, sino que se podrían generar muchos puestos más de trabajo, disminuyendo la jornada laboral e incorporando a miles de trabajo al esfuerzo productivo.
Repitiendo los gastados argumentos neoliberales algunos dirán “pero si la minería estatal ya fracasó, por la corrupción y el mal manejo”. Para impedir ese mal de la vieja COMIBOL; que acabó hundiéndola para beneficio de los gobernantes de turno y la burguesía, la minería nacionalizada deberá funcionar bajo la administración obrera, con representantes revocables y sujetos al mandato de las asambleas de base. Es cierto que la nacionalización minera, como la del gas, debe ser parte de la lucha por transformar al país, expulsando al imperialismo, nacionalizando bancos, fábricas y servicios, e implantando un plan al servicio de los trabajadores y el pueblo, algo que sólo un poder obrero, campesino y popular puede garantizar definitivamente.
Es una gran tarea histórica, pero el otro camino ya lo conocemos: es el de la feroz explotación por las empresas capitalistas que ha hecho tan dura y sufrida desde siempre la vida de los mineros y sus familias, agobiados por los bajos salarios, los peligros y enfermedades laborales, la miseria, la inestabilidad, el desempleo, la represión.
La escuela de la lucha y la organización
Otro resultado nefasto de la demagogia del MAS es que hace aparecer la nacionalización como algo impuesto desde arriba, inconsulto, sin participación alguna de los trabajadores mismos, haciendo así el juego a los elementos proempresariales. Por el contrario, los propios trabajadores tienen que llegar a la conclusión de que la nacionalización es necesaria, a través de la lucha, la experiencia, la discusión, la toma de decisiones a través de la más amplia democracia obrera. La lucha por el salario y las condiciones laborales, la huelga, la toma de minas y el control obrero son pasos en la experiencia de los trabajadores que llevarán a la conclusión no sólo de que la nacionalización de las minas es posible y progresiva, sino también, de que son los propios trabajadores quienes deben dirigirla, y más aún, tomar en sus manos los destinos del país.
Confiar en las propias fuerzas
Es por el camino de la lucha como el joven proletariado explotado en las empresas privadas descubrirá sus propias fuerzas, ganará confianza y conciencia, y recuperará, junto a sus hermanos de Huanuni y de toda la clase obrera boliviana, las gloriosas tradiciones de combate del proletariado que hizo el 52 y protagonizó tantos episodios heroicos.
Pero para que los trabajadores mineros estén dispuesto a darlo todo en esta lucha, un requisito es necesario: una dirección dispuesta a ir hasta el final, democrática en los métodos, armada con un programa para vencer, vale decir, una dirección revolucionaria.
Por JF y EM
Aviso:
Por una lamentable falla técnica en nuestros equipos, no pudimos reproducir en este informe valiosas entrevistas con compañeros de Huanuni y otros distritos, como San Lorenzo, a quienes igualmente agradecemos la colaboración.