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2008 comienza entre la confrontación y los pactos


Nacional
 

EL 15 DE DICIEMBRE el gobierno convocó a una multitudinaria demostración de masas en La Paz (mientras otras concentraciones se hacían en distintos puntos del país) para presentar la nueva Constitución Política del Estado (CPE), aprobada pocos días antes en Oruro.
Casi en los mismos momentos, en Santa Cruz y las capitales de la “media luna” ante sus propias concentraciones, los comités cívicos y prefectos derechistas reafirmaban el rechazo a la CPE y la puesta en marcha de los “procesos autonómicos departamentales”.

Era la síntesis de la profunda crisis política, que alcanzó un punto muy alto en las últimas semanas, con sucesos como los de Sucre y Cobija, y en la que el gobierno y los sectores opositores prueban fuerzas en una pulseta decisiva.

Sin embargo, hay fuertes esfuerzos por canalizar la confrontación. Y es por eso que Evo manifestó " valorar esa manifestación pacífica, democrática y ahora creo que todos debemos ir al diálogo, ya que la base de las transformaciones profundas es la nueva Constitución Política del Estado", apreciando "bastante a dirigentes, a prefectos que han influido para que estas fiestas navideñas de fin de año, lo pasemos en paz y tranquilidad, empecemos el diálogo" (Agencia abi, 16/12).

Estamos ante un importantes cambios en el escenario nacional y ante una nueva fase de la larga crisis política. Si durante el 2007 predominó el forcejeo entre gobierno y oposición en torno a los términos de un “consenso”, que la derecha quería someter a la lógica pactista de los “dos tercios” para diluir el proyecto de tibias reformas del MAS sin ceder nada o casi nada a cambio; ahora para la derecha se trata de oponer la más dura resistencia al avance político del gobierno expresado en la aprobación de la Constitución, mientras el MAS insinúa utilizar su fuerza social y política con el objetivo de forzar una concertación en mejores términos.

Un giro táctico en la política del MAS

Hasta ahora, en dos años de gestión gubernamental y durante unos 16 meses de funcionamiento de la Constituyente, La Asamblea fue elegida el 2 de julio de 2006, fecha en que se realizó también el referéndum por las autonomías departamentales, que ganó en los departamentos de la llamada media luna: Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, y fue derrotado en el resto. el MAS se jugó a lograr un “gran acuerdo nacional” con los representantes de la oposición neoliberal y regionalista, que viabilizara el “pacto social” de la nueva CPE.

Concretó varios pactos parciales (como la Ley de Convocatoria a la Constituyente y Referéndum Autonómico, nuevos contratos petroleros, reforma de la Ley INRA, Ley de ampliación del plazo para la Constituyente, etc.) y ofreció toda clase de garantías, en una política que sólo sirvió para que la reacción recuperara fuerzas y multiplicara su presión.

Finalmente, ante la disyuntiva de dejar hundirse la Asamblea o renunciar a sus propias posiciones políticas para allanarse a las exigencias de la derecha, el MAS prefirió variar de táctica “golpeando para negociar”. Con el fracaso de los esfuerzos de García Linera y otros jefes masistas para lograr consenso, y sin dejar de hacer grandes concesiones de contenido a la derecha, Evo Morales opta por hacer pesar el poder gubernamental y el apoyo de los “movimientos sociales”para hacer avanzar sus proyectos políticos.

En acciones sucesivas recortó con una nueva Ley el poder económico de las prefecturas modificando la distribución del IDH (Impuesto a los Hidrocarburos), denegó la exigencia de traslado de los poderes Ejecutivo y Legislativo a Sucre y aprobó la nueva Constitución haciendo valer su mayoría en la asamblea y pese al boicot de la mayor parte de la oposición.

Además, y ante la escalada en la resistencia de la derecha burguesa, Evo impulsa una Ley de “referéndum revocatorio” de los mandatos presidencial y prefecturales, como forma de encauzar la pugna con la oposición a un nuevo escenario de concertación en marcos institucionales, socavar a los prefectos derechistas y plebiscitar el “proyecto de cambio”.

Este giro táctico del gobierno no significa un abandono de la estrategia de colaboración de clases con empresarios, terratenientes y transnacionales y se da en medio de una coyuntura de aguda crisis política y con fuertes rasgos reaccionarios, preparada por toda la gestión de contención, desmovilizadora y conciliadora del MAS), que lo obliga a una adecuación a las circunstancias: el MAS hace una jugada ofensiva para “rayar de nuevo la cancha” sobre hechos consumados en la negociación con los representantes opositores de la burguesía.

Evo Morales intenta consolidar su gobierno sobre la base de concentrar fuerzas en el Poder Ejecutivo, reafirmar el apoyo del movimiento de masas, especialmente campesino e indígena, y consolidar relaciones con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional (cuyos principales mandos se han pronunciado de modo favorable al gobierno, aunque hay sectores opositores), mientras con los referendums busca encauzar la confrontación por vía institucional.

La política de la oposición burguesa

La respuesta de la derecha en las últimas semanas fue una escalada de resistencia con acciones como las de Sucre y Cobija, paros cívicos y huelgas de hambre, denunciando por “ilegalidad” los actos del gobierno y a la nueva Constitución. La línea en que coincide la mayor parte de la oposición neoliberal y regional sigue siendo “defensiva-ofensiva”: “Defensiva” para ejercer la máxima presión posible contra el gobierno, bloquear sus reformas o al menos hacerle pagar un alto costo político por las mismas. “Ofensiva”, pues endureciendo el discurso y deslegitimando las acciones gubernamentales, abonan el terreno para objetivos mayores; de profundizarse la crisis, algunos sectores no ocultan sus expectativas de buscar cómo desplazar a Evo Morales del Palacio Quemado.

Sin embargo, aunque las distintas expresiones de la derecha se hayan fortalecido y estén articulando su oposición en un “frente único” contra el MAS, no han superado sus diferencias internas y no es un elemento menor que la bandera de las autonomías departamentales o el reclamo de “capitalía plena” para Sucre, puntos fuertes de las élites regionales, enfrenten a la burguesía cruceña y sus aliados con la burguesía paceña.

En este marco, PODEMOS impugna la CPE y planteó su propia versión de referéndum revocatorio, pero sin romper los puentes para la negociación. La CEPB (empresarios privados) se pronunció en términos similares y llama también al “diálogo entre las partes”. Los prefectos derechistas y las “cívicos” declaran la puesta en marcha de las autonomías departamentales con sus propios “estatutos autonómicos”, pero conteniendo políticamente a los sectores más “ultras” aunque dejan correr grupos de choque y algunas acciones, como la toma de oficinas estatales, en un clima de histeria regionalista, racista y anticomunista para abroquelar su propio poder y resistir desde posiciones de fuerza al gobierno.
Sus principales figuras, como Costas o Reyes Villa, tampoco quieren romper los puentes de la negociación y apelan a la “serenidad y el equilibrio”.
La política del imperialismo ha sido cuidadosa: sin dejar de criticar al gobierno, el departamento de Estado y la Embajada yanquis han avalado de hecho la nueva constitución, llamando a la negociación y le pusieron límites a los pedidos de la derecha que viajó hace pocas semanas a Washington. Insulza, Sec. Gral. de la OEA declaró que vendrían a Bolivia “si el gobierno lo pide”. Los gobiernos vecinos, también se pronunciaron combinando los llamados a la moderación y el diálogo con el respaldo político al gobierno de Evo, y la visita de Lula al país para sellar nuevos acuerdos que involucran a Petrobras es una nueva señal favorable.

Todo ello muestra que Estados Unidos está preocupado por la estabilidad política en Bolivia y presiona al gobierno, pero sin que su línea actual sea impulsar un golpe o la división del país, apuestas muy riesgosas en la situación actual... e innecesarias, pues el MAS cumple bastante bien la labor de contención de las masas, garantiza una renegociación aceptable para las transnacionales y canaliza las expectativas populares de cambio a reformas políticas moderadas que no afectan los intereses fundamentales del capital y el imperialismo.

2008: Entre el pacto y la confrontación

El propósito del MAS es encarrilar la pulseta con la derecha al terreno de los referéndum, siguiendo la lógica política de que la confrontación salga del escenario de las calles y se encamine a las urnas, sin permitir que las masas populares intervengan. De hecho gobierno y cívicos buscan convertir el 2008 en “año de las urnas”: el proceso de aprobación de la Constitución demandaría dos referendums (uno para dirimir ciertos artículos y otro para la aprobación definitiva de la CPE), además ya se inició la discusión del proyecto de Ley del referéndum revocatorio y se anuncian otros impulsados por los autonomistas de Santa Cruz, Chuuisaca, etc.

Claro que a pesar de los llamados que se hacen Evo y García Linera, como Tuto Quiroga y Doria Medina y los prefectos, o la Iglesia o los empresarios para “volver al diálogo, buscar la concertación y pacificar el país”, ninguno acepta rebajar sus condiciones sin más, lo que hace prever duros forcejeos y la prolongación de la crisis, incluyendo la posibilidad de nuevos enfrentamientos como los que se sucedieron en el 2007, desde Cochabamba a Cobija.

En realidad, no sólo sigue abierta la aguda crisis política, sino que ésta es de carácter crónico, reflejando la profundidad de las contradicciones nacionales, las diferencias en la clase dominante para “consensuar” y la pugna por la definición del tipo de régimen político. Hoy la expresión más aguda de esta pugna es la anunciada puesta en marcha de procesos de autonomía departamental, dibujando una situación de “régimen quebrado” con la autoridad del gobierno nacional cuestionada en medio país y el fortalecimiento de las tendencias centrífugas, que algunos sectores minoritarios de la ultraderecha regionalista no dejan de exacerbar.

Aunque el gobierno y los sectores decisivos de la burguesía y el imperialismo coinciden en canalizar la crisis en los marcos de la institucionalidad burguesa, en este clima enrarecido no pueden descartarse ni zarpazos de la contrarrevolución, ni irrupciones de masas. La magnitud de la crisis mantiene abiertas la posibilidad no sólo de avances reaccionarios, sino también, de que estallen las contradicciones más profundas que hacen a la etapa revolucionaria abierta en Octubre del 2003.

Las direcciones sindicales y el movimiento obrero y popular

A pesar de dos años de contención y cooptación desde el gobierno, las masas tienen enormes reservas de energía y capacidad de movilización como para volcar en su favor la balanza. Sin embargo, las direcciones de los “movimientos sociales” enroladas en el MAS o afines al mismo han hecho todo lo posible por mantener al movimiento obrero y popular bajo control y en lo posible, fuera de escena, apelando apenas a demostraciones controladas en los marcos de la estrategia oficialista de concertación.
Las principales direcciones actúan como “mecanismos de transmisión” decisivos de la política de conciliación de clases del MAS, frenando las tendencias a la lucha y maniatando a las masas para impedir su intervención independiente en la crisis.

Así, la CSUTCB, las organizaciones de colonizadores, la COR y FEJUVE alteñas, etc. han hecho pronunciamientos de apoyo al gobierno y a la nueva CPE y se sumaron con todo la convocatoria presidencial del 15, donde los dirigentes no dejaban de llamar a la unidad “desde los hermanos campesinos ... a los hermanos empresarios”, pero no han alentado ninguna gran lucha de masas por las demandas más elementales, han dejado aisladas las luchas que se dieron, y no han hecho nada para enfrentar con los propios métodos de los trabajadores a la derecha.

Por otra parte, la COB dirigida por Pedro Montes ha quedado convertida en la “quinta rueda” del carro oficialista, negándose a organizar la lucha por el salario y las demandas laborales para no entorpecer sus buenas relaciones con Evo Morales, y sobre todo, negándose a permitir que los trabajadores discutieran una posición propia ante los grandes problemas nacionales e intervinieran como clase en la crisis. Al mismo tiempo, al negarse a tomar en sus manos la lucha contra la carestía de la vida y la inflación, que afecta a los salarios y las condiciones de vida del pueblo pobre, para no perjudicar al gobierno que administra la política económica, le dejan el campo libre a la demagogia de la derecha.

Para derrotar a la derecha: No a los pactos y la concertación ¡Movilización!

El camino de conciliación y pasividad que proponen el MAS y las burocracias sindicales que le apoyan es el de la derrota para los trabajadores y el pueblo. Las negociaciones y referendums que preparan al servicio de buscar nuevas concertaciones con la derecha sólo pueden concretarse sobre la base de negar las más elementales y urgentes necesidades y aspiraciones de los trabajadores y el pueblo. Sólo servirán para consolidar el régimen en beneficio de los intereses generales de la clase dominante y darle mayores fuerzas a la reacción.

El único camino para triunfar es el de la movilización general, poniendo en pie de guerra al movimiento de masas a nivel nacional. ¡Hace falta el más amplio frente único de obreros, campesinos, estudiantes combativos, sectores populares y pueblos originarios para enfrentar a la derecha e imponer las demandas de los trabajadores y el pueblo y medidas de fondo frente a la crisis nacional!
Pero para ello, es necesario romper con la política de pactos y concertación del gobierno, que les ata las manos a los trabajadores, los campesinos e indígenas y desvía la terreno de la conciliación que sólo favorece a la burguesía y solivianta a la reacción.

Desde las bases es necesario luchar para que la COB, COR y FEJUVE de El Alto, las organizaciones campesinas, de cocaleros y de los pueblos originarios, rompan la subordinación a la política frenadora y conciliadora del MAS a que las someten las burocracias sindicales, preocupadas por prebendas y “espacios políticos” y no por las necesidades de la lucha obrera y popular.

¡Hay que imponerles la formación de comités de autodefensa de masas en todas las organizaciones, exigiendo al gobierno entregue armas para enfrentar los ataques de los grupos de choque de la reacción, comenzando a sentar las bases para la construcción de milicias obreras y campesinas!

¡Por la reforma agraria radical e inmediata, expulsión de las transnacionales petroleras, reversión de las empresas “capitalizadas”, nacionalización de la agroindustria, la minería, la banca y las grandes empresas y servicios! ¡Por un salario a la altura de la canasta familiar, comités populares de abastecimiento y control de precios para enfrentar la especulación y la carestía de la vida!

Hasta ahora las direcciones se han limitado a hacer manifestaciones, ampliados cupulares o reuniones al servicio de las necesidades políticas del MAS. ¡Hay que impulsar e imponer un gran Encuentro nacional de los trabajadores y el pueblo pobre del campo y la ciudad, con representantes de base y mandato de sus asambleas, para adoptar un plan de acción basado en medidas como las señaladas, para aplastar a la reacción con los métodos de las masas e imponer solución a las demandas impostergables de los trabajadores y el pueblo! Una gran reunión convocada en esos términos podría ser el punto de partida para poner en pie una genuina Asamblea Popular, una representación democrática de las masas en lucha, inspirada en el ejemplo de la asamblea del 70, que pueda concentrar la fuerza y decisión de las masas.

En un escenario de crisis como el presente, entre la confrontación y la búsqueda de acuerdos reaccionarios entre el MAS y la derecha, es más urgente que nunca que los trabajadores no queden encerrados por sus direcciones en las luchas parciales y al margen de los grandes problemas nacionales, sino que puedan contar con una expresión política propia, de clase. La dirección de la COB enterró hace tiempo, en beneficio de sus acuerdos con el MAS, las resoluciones para impulsar un Instrumento Político de los Trabajadores. Pese a las cúpulas dirigentes aliadas al gobierno, es necesario retomar esa tarea e impulsar la construcción de una herramienta política de la clase obrera para dar la pelea en todos los terrenos, tarea en la que los sectores avanzados del movimiento obrero tienen que tomar la iniciativa.

Explicar pacientemente la necesidad de retomar el camino de Octubre

El camino de colaboración de clases con la burguesía que practica el MAS es ya conocido y sólo puede llevar a derrotas y frustraciones. Basta recordar que el MNR ahogó la revolución de 1952 apoyándose en reformas nacionalizadoras que no rompieron la dependencia del imperialismo. J.J. Torrez prometió “socialismo” en 1970 pero se negó a armar a los trabajadores permitiendo la preparación del golpe banzerista que impuso una feroz dictadura. La UDP en 1982-85 descargó la crisis económica sobre el pueblo y allanó el camino para el retorno democrático de la derecha al gobierno, al terrible costo de 20 años de “neoliberalismo”.

Es necesario reabrir el camino de Octubre, es decir, el de la lucha por una solución obrera y campesina, por vía revolucionaria, a la crisis nacional.

La única garantía para romper la sujeción al imperialismo y conquistar las demandas obreras, campesinas, indígenas y populares, es decir, para solucionar las grandes tareas nacionales, democráticas, agrarias y antiimperialistas sin las cuáles es una mentirosa utopía hablar de “refundar al país” y acabar con la pobreza y la opresión, es avanzar hacia un gobierno obrero y campesino, basado en las organizaciones de lucha de las masas y defendido por el puño armado de los trabajadores.

Pero para sustentar esta perspectiva hace falta forjar un “tercer campo” independiente, el de la clase trabajadora, soldando en su torno la más amplia alianza con los explotados y oprimidos del campo y la ciudad.
Por eso, los socialistas revolucionarios, al mismo tiempo que impulsamos con todas nuestras fuerzas la movilización de las masas para derrotar y aplastar a la reacción burguesa y proimperialista, llamamos a no depositar ni un gramo de confianza política en Evo Morales y su proyecto político, a confiar sólo en las propias fuerzas y métodos de las masas y a seguir el consejo revolucionario de “golpear juntos, marchar separados”, a la hora de enfrentar a la derecha, sin dejar de denunciar la política de pactos y conciliación con la burguesía del MAS y la burocracia sindical.

Ponemos nuestras modestas fuerzas al servicio de un reagrupamiento de la vanguardia detrás de una política y un programa de los trabajadores, única garantía del triunfo, en la convicción de que para asegurar ese triunfo, es necesario construir una poderosa herramienta: un partido de los trabajadores revolucionarios.

Por Eduardo Molina



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