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CLAVES DE LA COYUNTURA POLÍTICA

Escalada reaccionaria para bloquear el intento del MAS de aprobar su Constitución

 

1.

La nueva escalada autonomista, con sus “paros cívicos” garantizados por los empresarios y terratenientes y los ataques y provocaciones de sus grupos de choque, busca bloquear la iniciativa política del MAS para refrendar la nueva Constitución Política del Estado (CPE).
El decreto presidencial del 28 de agosto, convocando un “paquete electoral” el 25 de enero, en que se votarían los referéndums dirimitorio y aprobatorio de la nueva Constitución y se elegiría a consejeros departamentales y subprefectos en toda la República, provocó el frontal rechazo de la oposición burguesa, llamando a la “resistencia civil”. Para los autonomistas de la “media luna”, se trata además de presionar para recuperar “su” 30% del IDH y reforzar el control político en sus propios departamentos, donde sienten que la hegemonía de que hasta ahora gozaron, comienza a ser erosionada por el despertar de sectores populares. De esta forma la crisis política crónica está otra vez al rojo vivo.

2.

El 10 de agosto las urnas no resolvieron el “empate catastrófico”, según decía García Linera. Fue un importante triunfo político para el gobierno de Evo Morales, que logró un 67% de votos a nivel nacional, elevando su caudal electoral en todo el país incluso en Santa Cruz, Tarija, Pando, Chuquisaca y Beni, y derrotó a los prefectos “Pepelucho” Paredes, en La Paz y Reyes Villa en Cochabamba, con lo que puede retomar el control de dos prefecturas claves. Sin embargo, también salieron ratificados los prefectos autonomistas de la “media luna” con importantes porcentajes.
Así, el resultado electoral reflejó de manera distorsionada la enorme polarización social y política en el país, que se manifiesta también dentro de las regiones: en La Paz, la derecha concentró el voto de los sectores altos y medios urbanos, mientras que en Santa Cruz y el Oriente la votación por el MAS indica el distanciamiento de sectores populares frente a las oligarquías locales.
Es que si bien la política del MAS de conciliación con la burguesía venía alimentando el fortalecimiento de una derecha reaccionaria cada vez más agresiva (envalentonada con los referendums autonomistas de mayo y junio), ahora amplios sectores de trabajadores, campesinos, indígenas y clase media empobrecida, vieron en el voto por Evo una forma de manifestarse contra la derecha abiertamente burguesa, terrateniente y proimperialista.
El MAS sacó la conclusión que podía capitalizar ese resultado electoral y avanzar con la CPE. Pero la derecha autonomista decidió redoblar la apuesta con los llamados a la “resistencia civil” y avanzar en las “autonomías de hecho” para bloquear los planes oficiales o al menos ganar tiempo y arrancar mayores concesiones económicas (IDH) y políticas (imponer sus autonomías).

3.

La derecha logra un importante “frente único” ante las iniciativas del MAS, pero no logra superar sus contradicciones. Con la actual escalada los autonomistas pretenden bloquear la nueva CPE para impedir que Evo quede habilitado a una nueva reelección en el 2009 y que no se discuta siquiera el muy tibio límite de 5 o 10.000 Has. a la gran propiedad de la tierra; imponer su propio plan de autonomías y recuperar el 30% del IDH para administrarlo desde las Prefecturas.
Pero mientras las oligarquías regionales tienen un importante punto de apoyo en los Comités Cívicos para envolver la defensa de sus intereses de clase con la bandera de las autonomías, no logran cohesionar una alternativa política a nivel nacional (ni hay por ahora, como en los viejos tiempos, un “partido militar” en buenas condiciones para ensayar una salida bonapartista); PODEMOS atraviesa una fuerte crisis y se está disgregando aunque puede seguir jugando un rol por su control del Senado.
Esta situación refleja la “crisis de representación política” de la clase dominante que vio desmoronarse a sus partidos tradicionales y no logra aún unificarse, más allá del “frente único” para frenar al MAS.
Entre los mismos Prefectos agrupados en el CONALDE parece haber diferencias (por ejemplo, Cossio está mostrándose más conciliador y se manifestó por un diálogo con mediación de la OEA y la Iglesia). Por otra parte, los Comités Cívicos, que reflejan más crudamente la exasperación de los terratenientes y empresarios locales, condicionan a los Prefectos y empujan las medidas de hecho, mientras que la alas de extrema derecha que expresan los grupos de choque fascistoides como las uniones juveniles cruceñista y beniana, están enfurecidas y desesperadas.
Aunque la derecha se apoya en el giro conservador de la pequeña burguesía y en los “vientos reaccionarios” que soplan en Sudamérica, no logran dirimir a su favor la crisis sino que su accionar, en medio de la enorme polarización social, está generando inquietud entre las masas.

4.

El reanimamiento del movimiento obrero y popular y el deseo de responder ante provocaciones autonomistas está guiado por su justo odio a las expresiones más crudas de la clase dominante, pero también, por el reverdecer las ilusiones en las promesas del MAS de que la CPE permitirá resolver sus demandas. Este estado de ánimo se expresa no sólo en Occidente, sino también en la combatividad en el Plan 3.000, la gran ciudadela obrera y popular de inmigrantes “collas” en el corazón de Santa Cruz; el bloqueo campesino en Chuquisaca y el espíritu de resistencia a las imposiciones de los “cívicos” en otros sectores populares en toda la “media luna”. A su manera, lo refleja la conformación del CONALCAM con los movimientos sociales que apoyan a Evo para coordinarlos en función de la táctica oficial.
Y es un síntoma muy importante la mayor presencia que comienza a tener el movimiento obrero, como se vio en movilizaciones de julio-agosto por el cambio en Ley de Pensiones y otras justas demandas en torno a la COB (y a pesar de la desastrosa política de los dirigentes cobistas).

5.

“Administrar la crisis”... para evitar una desestabilización mayor del país es lo que se busca desde algunas expresiones institucionales, sectores de la clase dominante y voceros de la “comunidad internacional”.
Saben que es muy riesgosa e insostenible a largo plazo la crisis política crónica creada por la situación de “régimen fracturado” entre el gobierno nacional, que tiene gran legitimidad política y apoyo social, pero no puede pisar varios departamentos del país; y los Perfectos y “cívicos” de la media Luna, que con la línea de “autonomías de hecho”, pretenden desconocer sus determinaciones y crearse su propia “legitimidad” autonomista.
Por eso, la OEA y los “gobiernos amigos” de Brasil, Argentina, etc., se han pronunciado apoyando al gobierno de Evo y poniéndole límites a las exigencias autonomistas, pero también presionando al MAS para que “se modere” y haga concesiones en busca de un nuevo diálogo, por ejemplo el ministro de relaciones exteriores de Lula, C. Amorim, acaba de pedir que Evo “tenga en cuenta la realidad regional”.
Que Exeni y la CNE desecharan públicamente la posibilidad de implementar el paquete electoral para el 7 de diciembre, reclamando una ley del Congreso, busca también frenar la iniciativa presidencial y favorecer un acuerdo parlamentario con sectores opositores, como el podemista Carlos Börht que ha reiterado propuestas para “compatibilizar” CPE y estatutos autonómicos.
Que el cardenal Terrazas haya atacado desde el púlpito de la catedral cruceña a los autonomistas más exaltados “por el mal uso de las campanas de la Iglesia” e insista en la necesidad de diálogo, es otra muestra de cómo los “factores de poder” se preocupan por las imprevisibles consecuencias que puede tener el descontrol en la confrontación entre Gobierno y oposición. Hasta ahora, los repetidos intentos de diálogo han fracasado, pero siguen tanteando cómo poner límites al enfrentamiento para que “la sangre no llegue al río”, lo que mientras busca persuadir al MAS de que haga mayores concesiones, beneficia a la derecha dejando correr el tiempo a su favor.

6.

Por ahora, la extrema tensión la pulseada entre autonomistas y Gobierno y tiende a trasladarse cada vez más a las calles. ¿Seguirá este curso o lograrán una nueva tregua? Si la escalada autonomista es quebrada, el Gobierno intentará destrabar el camino al referéndum por la CPE y los “cívicos” seguirán atrincherados para boicotear o al menos resistir y deslegitimar todo avance masista. Sí el gobierno se ve obligado a retroceder, puede haber un nuevo escenario de “concertación”.
La evolución de la escena política puede seguir oscilando entre la confron-tación y el retorno a algún tipo de negociación para por lo menos, si no hay un nuevo diálogo formal, buscar una forma de seguir “administrando la crisis”. Pero todo el terreno está minado por explosivas contradicciones y, como muestran los acontecimientos actuales, aunque se logre una “tregua”, otra ronda de negociaciones o una vía a las urnas seguirán estando planteadas nuevas provocaciones autonomistas, “cortocircuitos políticos” y aún posibles conatos de guerra civil o intentos de secesión. Entre tanto, las brechas de la crisis política plantean la posibilidad de que las masas entren en escena y éste factor podría modificar radicalmente el escenario a favor de los trabajadores y el pueblo. Impulsar con todas las fuerzas una política cómo la que se plantea en la nota “Para derrotar a la derecha, movilización nacional”, es lo que reclama el momento.

7.

Entre tanto, lo que está ocurriendo hoy en Bolivia es una advertencia que no puede ser desoída. La política de colaboración de clases con la burguesía del MAS sólo llevará a frustraciones y derrotas, preservando a las fuerzas burguesas, terratenientes y proimperialistas y permitiéndoles volver a la carga una y otra vez o pactando con ellas. Sólo los trabajadores y el pueblo, con sus propios métodos y formas de lucha, pueden derrotar a la reacción, asegurar respuesta a las demandas obreras, campesinas, indígenas y populares y abrir el camino para una salida de fondo a los problemas nacionales. Esto reclama una preparación sistemática de la vanguardia obrera y popular ante la perspectiva de enfrentamientos cada vez más abiertos entre la revolución y la contrarrevolución.

Por Eduardo Molina



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