El MAS acaba de acordar en el Parlamento con los partidos neoliberales (MNR, MIR, etc.) un calendario electoral con elecciones generales en diciembre. Apoya así, abiertamente, el desvío electoral y renuncia a su propio reclamo de Asamblea constituyente.
Los períodos de crisis tienen la virtud de mostrar las cosas no como aparentan sino como verdaderamente son. Precisamente eso pasó con el MAS durante estas últimas jornadas revolucionarias, mostrando una vez más, con el apoyo a la sucesión de Rodríguez y la tregua que inmediatamente le otorgó, su faceta real de garante de la democracia de los ricos y poderosos así como de bisagra fundamental de salvataje del sistema en general.
Pero la conducta del MAS y de Morales no son cosa nueva. Mostraron sus tendencias a la conciliación y al salvataje ya en Octubre del 2003, donde viabilizaron la transición constitucional, avalaron una tregua con Mesa y prácticamente cogobernaron con él, incluso hasta el final donde coincidieron en un bloque para conducir la situación por una salida nuevamente constitucional y poner a Rodríguez como presidente.
El MAS posee un discurso “a medias” y aprovecha las ilusiones democráticas de su base, especialmente campesina e indígena. Ahora, avala el llamado a elecciones generales, es decir, el desvío electoral con que Rodríguez, el Congreso y la clase dominante quieren sacar a las masas de las calles y ganar tiempo. Utiliza el discurso de una Asamblea Constituyente dentro del actual ordenamiento jurídico y político como salida a todos los males y para la “refundación del país”, por vía constitucional, consolidando su concepción de reformismo social. Es decir, plantea que es posible “humanizar” y mejorar el capitalismo, que las transformaciones sociales no deben ser revolucionarias y que lo mejor es tener “economías mixtas” que implican convivir con las transnacionales, proteger a los empresarios y andar de la mano del FMI y el Banco Mundial como lo hace su ídolo político Lula en Brasil, quien ha terminado montando un gobierno contra los trabajadores y a favor de los patrones y terratenientes. El reciente acercamiento al alcalde paceño, Juan del Granado, un “progresista” que convivió con el MNR y con Mesa y que gobierna la ciudad aplicando los planes del BID y otras agencias imperialistas, muestra el tipo de alianzas con que quisiera llegar al gobierno.
El MAS desconoce la naturaleza de clase del Estado y los intereses a los que está ligado; defiende la ilusión de que la "democracia" o las instituciones de Estado democráticas se sitúan por encima de las clases y de la lucha de clases ( la cual niega), lo cual explica también su tendencia a la división de los movimientos sociales como ocurrió recientemente cuando impuso un “cerco sanitario” a El Alto y a los sectores que luchaban por la nacionalización o cuando declaraba airado contra la incipiente Asamblea Popular.
El reformismo del MAS no tiene nada de novedoso u original y comparte en esencia los aspectos de otras experiencias existentes y desarrolladas a lo largo y ancho del mundo, es decir, el de bloquear el desarrollo de la lucha de clases en el cuadro de la sociedad y del estado capitalista. Los dirigentes del MAS condenan de palabra al sistema y sus lacras, pero en los hechos son una salvaguarda fundamental para el sistema en todos los momentos críticos, un obstáculo en el camino de los trabajadores y de los campesinos indígenas hacia una salida propia a la crisis nacional, al atraso, la miseria y la subordinación al imperialismo.
Llamamos a las bases cocaleras, campesinos-indígenas, obreros y trabajadores urbanos en general, a romper la subordinación de sus sindicatos y organizaciones a la política reformista y conciliadora impuesta por la cúpula del MAS.