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El proyecto del MAS:

“Revolución democrática y capitalismo andino”

 

Evo Morales prometió iniciar una “revolución democrática y cultural”, cuya base es lo que el vicepresidente García Linera denomina “capitalismo andino-amazónico”: una vía de reformas graduales -las “posibles” para atraerse al empresariado nacional y la colaboración del capital extranjero. Lejos de ser “realista” este camino no responde a las necesidades elementales de las mayorías ni puede liberar a Bolivia del atraso, la pobreza, la opresión y la dependencia.

Hay que acabar con las bases de la secular opresión racista

Evo Morales anunció el fin de 500 años de opresión y la “descolonización del Estado”. Su apelación cala en las mayorías populares -más del 62% se reconoce indígena-, víctimas del secular racismo de las élites “blancoides”; pero su propuesta de “inclusión” y “reconocimiento” de los pueblos originarios no ataca las raíces materiales de la opresión y discriminación de millones de aymaras, quechuas y tupí-guaraníes: el latifundio dominante en las Tierras Bajas; la propiedad y la riqueza de las élites empresariales; la subordinación del país al capital extranjero.

Que pueda haber generales, jueces y ministros de rostro y apellido originario no liquida la opresión aunque beneficie a la reducida capa burguesa y pequeñoburguesa de origen indígena (como la “burguesía chola” comercial) que aspira a remover las barreras sociales y culturales que le impedían asimilarse a las cumbres del poder, pero que no tiene interés en cambiar la situación de sus hermanos pobres, que trabajan por salarios de 450 Bs., deben emigrar a la ciudad por falta de tierras o emplear a sus hijas como “domésticas” por 150 o 200 Bs. mensuales.

Evo puso como ejemplo el fin del “apartheid” en Sudáfrica, pero el acceso de Nelson Mandela y su partido, el CNA, al gobierno a mediados de los 90 y la derogación de las normas brutalmente racistas en ese país, siendo conquistas elementalmente democráticas, no significaron un cambio en la situación de las mayorías negras ni el fin de la riqueza y privilegios de la burguesía blanca, sino una alianza entre ésta y la capa dirigente del CNA para preservar el orden capitalista bajo “rostro negro”. Algo similar sería un capitalismo boliviano de “rostro indio”...

La utopía del “capitalismo andino”

García Linera sostiene la necesidad de una larga etapa de 50 o 60 años de “capitalismo andino y amazónico” para lograr un desarrollo nacional, argumentando que no hay suficiente capitalismo en Bolivia ni “articulación” entre el sector capitalista y no capitalista de la economía, por lo que “En los últimos 60 años se ve un retroceso de la actividad comunitaria productiva (...) sigue habiendo comunidad pero ésta ha implosionado internamente en estructuras familiares.” 1

Sin embargo, es el creciente dominio capitalista lo que descompone los elementos sociales y culturales indígenas que el MAS reivindica.

Bolivia padece del capitalismo semicolonial “realmente existente”, no de su “ausencia”: más del 75% del PBI es aportado por el sector “formal”, es decir capitalista y dominante de la economía, que explota a los trabajadores que emplea directamente y también expolia a las ¾ partes de la población: campesinos, artesanos, “gremiales”, etc. incluidos bajo el rótulo de “sector informal”.

El gran capital tiene nombre y apellido: REPSOL, Petrobras, Total y otras petroleras; ENTEL, AISA, Electropaz en los servicios “capitalizados”; COMSUR (el pulpo minero de Goni); los latifundistas que acaparan millones de hectáreas en el Oriente; grandes empresas como AMETEX, grupo textil abanderado del ALCA, y algunos bancos ligados al capital extranjero. La “burguesía nacional” es socia menor del capital extranjero en la entrega y expoliación del país.
Sin embargo, García Linera espera “darle a la economía boliviana nuevamente una cabeza en torno del Estado.
Y, alrededor de esta cabeza, articular inversión extranjera, inversión privada local, sectores campesinos, comunitarios y microempresariales-artesanales, en una perspectiva de shock productivo”2 para que todos colaboren armoniosamente en una vía “capitalista andina” al desarrollo nacional... es decir, ni siquiera se propone una genuina nacionalización de las palancas fundamentales de la economía.

Sin ruptura con el imperialismo no hay solución a los males nacionales

La “recuperación del gas” es una falacia si no se rompe con las transnacionales y se nacionaliza toda la industria petrolera. Esta medida, junto con la renacionalización de las empresas “capitalizadas” y los recursos naturales, así como el no pago de la deuda externa son imprescindibles para poner fin a la sangría del país por el capital financiero internacional. Sin la liquidación del latifundio es imposible resolver la demanda de tierra y territorio de los campesinos y pueblos originarios. Comenzar un genuino proceso de industrialización del país es impensable sin estas medidas y otras, como la nacionalización de la banca (para brindar crédito barato a los pequeños productores) y el monopolio del comercio exterior (para proteger la producción local e impedir la fuga de recursos). Claro que llevar hasta el fin este programa significa quebrar la propiedad capitalista y sólo puede ser garantizado con el poder de los obreros, los campesinos e indígenas pobres, lo que sentaría las bases de una reconstrucción socialista de la sociedad.

¿El capital protector de los “valores comunitarios”?

Contra esta perspectiva AGL argumenta que “el socialismo no es posible en Bolivia” pues hay “un proletariado minoritario demográficamente e inexistente políticamente; y no se construye socialismo sin proletariado”, reproduciendo un siglo después los prejuicios que en 1894 oponían a Lenin y al marxismo los populistas rusos.1

Los populistas rusos decían que su país no necesitaba transitar el camino del capitalismo porque tenían tradiciones de organización comunitaria (el mir, equivalente al ayllu andino) y artesanal (la industria popular de los kushtares) que lo hacían innecesario. Ahora García Linera invierte el razonamiento: quien puede salvar a la comunidad es el capitalismo, como si este no fuera el destructor de los rasgos de cooperación y reciprocidad heredados de las antiguas formas pre capitalistas. Nada lo demuestra mejor que la crisis de la economía campesina del Altiplano, cuyas raíces están en que la reforma agraria del 52 quedó enmarcada en el capitalismo semicolonial.

En realidad, sólo el socialismo, que es una sociedad fundada en la cooperación de los productores, puede recuperar y recrear esos elementos estableciendo nuevas relaciones sociales y culturales, sin explotados ni explotación, fundadas en la abundancia y la apropiación racional de los recursos de la naturaleza.

La clase obrera y la alianza con los campesinos e indígenas

Además, hoy la clase trabajadora boliviana es mucho más fuerte que en los 50, cuando apenas eran 50.000 los mineros que vanguardizaron la revolución del 52. Hoy son más de 1 millón de asalariados, la mayoría en las ciudades de La Paz, El Alto (donde el 47% de la población activa es obrera o empleada), Cochabamba y Santa Cruz. Pero no se trata de números sino del papel que el proletariado ocupa en la producción, de su concentración en las ciudades, centros neurálgicos de la economía y la política, de su programa histórico y del potencial revolucionario de sus métodos de lucha (recuperando lo mejor de sus combativas tradiciones del 52 o de los 70). Es cierto que la clase trabajadora viene de sufrir años de reflujo, pero viene mostrando alentadores síntomas de recuperación, y puede dar nuevos pasos en la reorganización sindical y la lucha por las demandas, así como en su experiencia política. Si el movimiento obrero avanza uniendo a sus demandas una respuesta de clase a los grandes problemas nacionales, podrá postularse a encabezar con sus métodos y su programa la alianza con los campesinos pobres, los indígenas humildes y los sectores populares urbanos empobrecidos, alianza necesaria para terminar con la dominación imperialista y las clases dominantes nativas y abrir la perspectiva socialista.

Por Eduardo Molina
Notas:
1.García Linera, Álvaro. “El ‘capitalismo andino-amazónmico’”, en Le Monde Diplomatique, La Paz, enero de 2006.
2. Reportaje a García Linera, “Cómo lograr MAS sin salir de un capitalismo andino”, por Pablo Stefanoni.
3. (Ver Lenin, Vladimir. ¿Quiénes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan contra los socialdemócratas? Varias ediciones).



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