A pesar de sus gestos y su discurso nacionalista e indigenista, el gobierno frentepopulista del MAS subordina el apoyo del movimiento de masas a la colaboración de clases con la burguesía y el capital extranjero, en nombre de reformas democráticas y un desarrollo capitalista autónomo que no atacan de raíz las causas del atraso y la pobreza nacional, no rompen con el imperialismo y no pueden satisfacer las necesidades y aspiraciones profundas de las masas del campo y la ciudad.
Por el carácter social pequeñoburgués de su cúpula dirigente -intelectuales de las ONGs, dirigentes burocratizados, empresarios como el ministro Salvador Ric- y su programa reformista, el MAS es incapaz de enfrentar consecuentemente al gran capital y el imperialismo, aún cuando ensaye giros como el actual -con todas sus inconsecuencias y dentro de la misma estrategia de colaboración de clases-.
Estos se explican en el marco de las enormes contradicciones de la crisis nacional, con un proceso revolucionario abierto en el levantamiento insurreccional de octubre del 2003, hoy amortiguado pero no clausurado y un movimiento de masas expectante pero que viene de cinco años de formidables luchas en que la demanda de nacionalización del gas se transformó en una gran causa nacional.
Para contener al movimiento obrero y popular, el MAS pretende encauzar estas demandas dentro de los estrechos límites de “lo posible” de negociar con el gran capital y sin romper con el imperialismo, pero por esta vía no se puede ni satisfacere las demandas y necesidades elementales de las masas, ni resolver las grandes tareas estructurales -democráticas y antiimperialistas- sin lo cual no pueden ni superarse el atraso industrial y la pobreza, ni alcanzarse la liberación nacional.
Por una estrategia obrera para vencer
La estrategia reformista que el MAS nos propone no es nueva. Ya la hemos vivido varias veces: con el MNR (después de la revolución del ’52), con los generales nacionalistas y con la UDP y sólo llevó a frustraciones o a derrotas ante golpes contrarrevolucionarios.
Frente a ello, hay que levantar una estrategia de movilización obrera y popular consecuente contra las transnacionales, partiendo de medidas como las que arriba se plantean, en la perspectiva del poder revolucionario de obreros y campesinos, por una Bolivia Socialista, en una Confederación de Repúblicas Socialistas de América Latina.
En esta perspectiva hay que forjar una izquierda obrera, socialista, revolucionaria e internacionalista, un nuevo partido de trabajadores revolucionarios.