Figuras del gobierno, como Audalia Zurita, Quiroga o Ardaya o parlamentarias y empresarias “de éxito” son mostradas como ejemplo de un mayor reconocimiento para la mujer. Pero no es lo mismo la situación de privilegio de un puñado de mujeres de las capas altas que la de millones de sufridas mujeres del pueblo -obreras, campesinas, gremiales, empleadas, etc.- que además de ser explotadas como parte del pueblo trabajador cargan con ese trabajo no pago y no reconocido que es la atención del hogar y de los hijos, sufren opresión, discriminación y diversas formas de violencia cotidiana sólo por ser mujeres en esta sociedad capitalista, racista y cargada de prejuicios machistas. Tenemos que organizarnos para cambiar esta situación. La lucha por la liberación de la mujer es parte inseparable de la lucha contra este sistema capitalista.
Colaboración especial para Palabra obrera:
MUJER Y “DESARROLLO”
La mujer esta inserta en el conjunto de condiciones que genera una sociedad de clases y cualquier análisis no puede ser realizado sino dentro de ese contexto.
La participación de las mujeres en el proceso socio-económico y político de nuestro país ha sido muy activa, pero sobre todo ha estado determinada por las condiciones históricas en las que se desenvuelve por la propia condición de su género. La concepción más habitual -ver a la mujer como responsable principal de la reproducción social de la fuerza de trabajo a través de una serie de labores domésticas-, ha hecho que no se reconozca a la mujer como sujeto y agente de cambio.
En las últimas épocas hubo fuertes tendencias por referir el tema de género con “desarrollo”. Para Lagarde, la característica de estos enfoques es tener una visón cuantitativa del desarrollo, es decir que tienen una concepción hegemónica, ligada a los índices de crecimiento económico y no toman en cuenta la calidad de vida, el acceso a la satisfacción de necesidades básicas, reparto equitativo de beneficios o el contenido de las relaciones sociales y mucho menos las condiciones de las mujeres y hombres de nuestro país, etc. Esta tendencia fue ampliamente cuestionada desde la teoría feminista, porque se comenzó denunciando y reconociendo el trabajo que realizan las mujeres, el mismo que no es valorado en su dimensión real.
Una respuesta fue abordar el enfoque de “desarrollo humano sustentable”, puesto que se pretende “cambiar el sentido del desarrollo porque pone en el centro de las acciones sociales a las mujeres y a los hombres concretos de acuerdo con sus condiciones de vida” (Lagarde M., Género y Desarrollo desde la teoróa feminista). Todo este discurso fue ampliamente acogido en las últimas épocas por las instituciones estatales y ONGs y hasta organizaciones de base; con resultados muy por debajo de lo esperado como se observa en los informes publicados por los organismos internacionales y por la vivencia cotidiana.
Por el contrario, lo cierto es que debemos darnos cuenta que las mujeres nos encontramos en una sociedad de clases, y dentro de este modelo, se encuentran nuestras vidas, como personas, como madres, otras como jefas de hogar, trabajadoras y como sujetos de transformación o de mantenimiento del statu quo. Este panorama es agravado por la crisis permanente que afecta directamente la situación laboral de las mujeres mas vulnerables ubicadas en las zonas mas pobres de las principales ciudades; las mismas que están dispuestas a aceptar cualquier trabajo y en las peores condiciones, porque lo único que tienen para ofertar es su fuerza de trabajo en el “mercado laboral”. Por eso en sociedades como las nuestras, donde sólo los valores de cambio son reconocidos, hay toda una cortina de humo para ignorar el aporte de la mujer en la producción social. En suma:
“La situación de la mujer, esta básicamente determinada por las condiciones estructurales del sistema en que se desarrolla.Sus impedi-mentos, limitaciones y problemas referidos a su sexo son sociales, culturales y políticos y no por su anatomía defectuosa, no por sus funciones y órganos reproductivos, no por el hecho de ser ellas las que tienen los hijos y los forman, sino por hecho de pertenecer a una sociedad sonde desafortunadamente existe la explotación de clase, la discriminación racial y la opresiones sexual”.(Arenas de S. Ada , La Mujer y las relaciones de trabajo, La Paz 1992)