El paso del MAS a la oposición del gobierno, amagando incluso ponerse al frente de las protestas sociales, no significa, sin embargo que rompa con el régimen, del cual ha actuado hasta ahora como “pata izquierda” en nombre de la “defensa de la democracia”.
En esto, hay una continuidad: hay que recordar que el MAS jugó un papel decisivo en canalizar el levantamiento de octubre hacia la sucesión constitucional de Carlos Mesa. Durante casi un año y medio fue su principal sostén político, garantizando una tregua sin la cual Mesa difícilmente hubiera podido mantenerse hasta ahora, y avaló sus iniciativas políticas como el tramposo referéndum o el proyecto de una Constituyente dentro del régimen. Apoyó desde la izquierda la estrategia de “reacción democrática” con que Carlos Mesa pretende recomponer esta “democracia para ricos” y evitar nuevos octubres. Ahora mismo le pide la Presidente que “vuelva a la agenda de Octubre”. El año pasado el MAS llegó a actuar como “guardián de palacio” oponiéndose frontalmente a movilizaciones como las convocadas por la COB.
Esos buenos servicios prestados por el MAS le permitieron al gobierno ganar tiempo y a la reacción cruceña y parlamentaria levantar cabeza, hasta llegar a la actual situación política. Ahora, empujados a la oposición a pesar suyo, Evo y la cúpula del MAS se acercan a la COB, asumen gestos más “combativos” e incluso pueden alentar las luchas donde tiene influencia. Sin embargo, esto no cambia su estrategia reformista, en el camino para las elecciones del 2007, pues siguen apostando a ser una alternativa de gobierno “responsable y seria” -al estilo de Lula en Brasil-. La vieja concepción reformista de presionar para negociar y conciliar con la burguesía y su Estado sólo sirve para provocar derrotas y frustraciones a los trabajadores y el pueblo.