Evo Morales y Kirchner cerraron en Buenos Aires el acuerdo por el que se incrementa el precio del gas vendido a Argentina y se programa el aumento de los volúmenes de exportación que irán creciendo hasta superar los 20 millones de pies cúbicos. Además, se firmaron convenios entre YPFB y ENARSA, empresa estatal argentina, para la construcción de un nuevo gasoducto.
El precio del gas sube de 3,5 a 5 dólares por millar de pies cúbicos, pero su valor a nivel internacional hoy debería rondar los 10 dólares, con lo que en realidad, son Repsol y otras empresas que operan en el vecino país las que salen ganando, asegurándose la provisión de gas boliviano a un precio moderado, en grandes cantidades y a largo plazo. La exportación de gas a Argentina seguirá en manos de REPSOL y otras empresas, los ingresos del Estado nacional crecerán algo, pero la "parte del león" de la renta gasífera seguirá en manos de las transnacionales.
"Un matrimonio de conveniencia"
Con este título saluda el acuerdo la revista Energy Press (nº 300, 3 de julio), que refleja los intereses de la industria petrolera y explica: "El gobierno de Evo Morales y Repsol-YPF se necesitan aunque quizás no se quieran. Repsol necesita a Bolivia porque el país tiene grandes reservas de gas, y Bolivia necesita a Repsol porque le ofrece la inversión (...) el marco no podrá ser el de máximas ganancias a cualquier precio, sino el de beneficios razonables"; esto, luego de que los directivos de Resol reconocieran que "por cada dólar invertdio recuperaban 10", por lo que una reducción de estas superganancias escandalosas a cambio de seguridad a largo plazo, sigue siendo un buen negocio.
El gobierno de Kirchner está estrechamente ligado a Repsol, la transnacional española que controla la mayor parte de la producción de hidrocarburos en ese país. Como en los últimos años Repsol y otros pulpos no han hecho inversiones para aumentar la producción de gas en Argentina, sus reservas son insuficientes para atender a la vez el consumo interno y sus planes de expansión en el Cono Sur, en especial, la exportación de gas a Chile, que hoy depende de los suministros argentinos.
Así, la cláusula del acuerdo según la que el gas boliviano no sería reexportado a este país es meramente declaratoria.
Los nuevos contratos con Argentina marcan una pauta para la negociación con otras transnacionales, pero es posible que la discusión con Petrobras sea más dura, pues Brasil parece aferrarse a los contratos ya existentes en materia de precios.
Por una verdadera nacionalización, sin pago y bajo control de los trabajadores
Aunque estos convenios son presentados como avances en el camino de la “nacionalización consensuada”, lo cierto es que la muestran al desnudo: no hay verdadera nacionalización: no se va más allá de la renegociación de contratos y precios con las petroleras y de crear cierta participación estatal a través de una YPFB que está lejos de haber sido “refundada”. Es mentira que se puedan “asociar las transnacionales al interés nacional” como pretende el MAS. Está planteado continuar la lucha por una verdadera nacionalización, sin pago y bajo control de los trabajadores.