Escritor de las capas más sumergidas de la sociedad urbana de la Paz, de la marginalidad y los bajos fondos. Él mismo se educó en las calles, en esa dura universidad de la vida de los más humildes, desposeídos y marginados, del abandono, del lumpen urbano.
Autor de varios trabajos publicados, como Coba: el lenguaje del hampa, Alcoholatum y otros drinks, Borracho estaba pero me acuerdo, cuentos y otros textos. Una moderada fama parece adularlo ahora que no está, y sus libros se venden más en las librerías paceñas.
Si su imaginación poética lo impulsaba a una escritura auténtica, contando las durezas de lo que había visto y vivido, su visión política espontánea tomaba más bien los tonos de un anarquismo sentimental.
Más de una vez compartió una mesa en el “Boca” y hubo ocasión de que opinara aportando sobre el lenguaje de Palabra Obrera.
Víctor Hugo había escrito que no llegaría a los 50. Murió a los cuarenta y tantos. El cuerpo le dijo basta hace unos días. Su valiosa literatura nos queda, anclando mejor su recuerdo. Hasta siempre Víctor Hugo.