Las estremecedoras imágenes del bombardeo israelí de las ciudades del Líbano, masacrando a civiles indefensos es la más viva advertencia de lo que el dominio imperialista significa para la humanidad: guerras, ocupaciones, crisis, hambre, miseria, explotación, en un mundo donde el desarrollo de las fuerzas productivas permitiría resolver problemas básicos de la existencia humana, sino fuera que están al servicio de la ganancia capitalista y de la opresión de todo el plantea por un puñado de naciones imperialistas.
Mientras un puñado de transnacionales y multimillonarios como Bill Gates que posee más de 80.000 millones de dólares! acumulan gigantescas riquezas a costa de la explotación de millones de trabajadores en todo el mundo, una parte inmensa de la humanidad se hunde en la miseria, contando con un dólar diario para vivir por persona.
Mientras una parte de los trabajadores son cada vez más explotados en agotadoras jornadas laborales y con salarios cada vez más insuficientes, una parte creciente de la clase obrera, en especial los jóvenes y mujeres, son precarizados, superexplotados, arrojados al desempleo.
Mientras proclaman la “libertad” y la “democracia” agreden a los pueblos que luchan por su liberación, mantienen la opresión de la mujer, el racismo, la represión sobre la juventud y las minorías y por si fuera poco, la sed de ganancias del capital está provocando una crisis ecológica de proporciones inéditas en la historia. La alternativa histórica que enfrenta la humanidad es socialismo o barbarie capitalista.
A pesar de lo que digan los populistas y “posmarxistas” como García Linera y otros intelectuales convertidos en funcionarios del gobierno masista, el marxismo es la única concepción que no sólo traza un profundo análisis del funcionamiento y las contradicciones de este sistema de explotación y opresión generalizada, sino también proporciona una “guía para la acción” para su transformación revolucionaria. El odio que los defensores del orden existente -sean neoliberales o reformistas- profesan contra el marxismo y el trotskismo es bien merecido: simbolizan el fantasma de la revolución obrera y del comunismo.
El legado de Trotsky mantienen plena vigencia y actualidad porque sintetiza la más avanzada teoría política revolucionaria, elaborada sobre la experiencia de dos siglos de revoluciones y contrarrevoluciones a escala mundial, y es imprescindible para desarrollar un marxismo vivo y creador, para actuar ante los grandes problemas y desafíos que el capitalismo imperialista decadente del siglo XXI plantea a los trabajadores y los pueblos oprimidos que luchan por su liberación.
Por Eduardo Molina