El 14 de agosto el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, dijo que esa milicia obtuvo una “victoria estratégica” en el conflicto con Israel. “Hemos salido victoriosos de una batalla, mientras que el enemigo se vio inmerso en errores”, dijo por al-Manar, canal de Hezbollah.
Los diarios del mundo árabe consideran que este conflicto terminó con “el mito de la imbatibilidad de Israel” (...).
Aunque las declaraciones de Nasrallah y parte de la prensa burguesa árabe exageran, ya que no hubo una derrota militar de Israel y éste conserva intacta la mayor parte de su poderío bélico, expresan un hecho cierto y de carácter histórico: el primer fracaso militar de Israel desde su formación en 1948 y en las guerras sucesivas donde combatió. Este hecho ha moralizado a las masas árabes abriendo la posibilidad de una nueva situación en esta estratégica región, donde las masas pasen a la ofensiva contra el Estado de Israel y sus propios gobiernos pro-imperialistas.
Ante esta realidad, la resolución 1701 de la ONU es “un salvavidas para el Estado sionista”. La resolución reaccionaria, aunque no puede diluir el fracaso de Israel, refuerza la presencia de tropas imperialistas y del ejército burgués del Líbano (cuestión a la que Hezbollah se venía negando y ahora fue aceptada, lo que es una capitulación política al gobierno pro-imperialista de Siniora, sobre todo cuando está profundamente debilitado) y otorga resguardos a Israel. Estos puntos van claramente en contra de los intereses de las masas libanesas y palestinas.
“Un salvavidas para Israel”
La resolución 1701 de la ONU aceptada por los gobiernos del Líbano e Israel es “un acuerdo redactado a toda prisa por los EE.UU para salvar a Israel de una humillante derrota”.
La resolución trata de lograr en el terreno diplomático lo que Israel no consiguió en el militar. Es un fraude claramente favorable al Estado sionista (ver recuadro).
Pero la pata floja de todo este proceso es su implementación, que descansa en buena medida en un gobierno del Líbano debilitado y un Hezbollah fortalecido (...) En lo que parece un inicio de acuerdo, el responsable político de Hezbollah en el sur del Líbano, Nabil Kauk, afirmó que su grupo facilitará el despliegue del ejército libanés en el sur pero advirtiendo que “continuará presente”. Este entendimiento aún parece poco sólido para facilitar la entrada de tropas imperialistas. Sobre el desarme de Hezbollah, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy dijo que este asunto “incumbe al Estado libanés” y recordó que el mandato de la FPNUL “no es imponer la paz sino ayudar al gobierno a desplegarse, contribuir al regreso de los desplazados y a la llegada de la ayuda humanitaria”. Por su parte Israel se niega a asumir las consecuencias de su fracaso militar y en el marco de que continúa su presencia en el sur del Líbano, puede reiniciar en cualquier momento las hostilidades(...) Este fantasma alienta que Nasrallah se vaya amoldando a las exigencias del gobierno libanés en la medida que pueda mantener lo esencial de su armamento en sus bastiones al norte del Litani y el valle de Bekaa.
Fin del mito de la invencibilidad del Estado de Israel
Es la primera vez que el 6º ejército del mundo y potencia regional no puede derrotar a sus enemigos. Es un hecho histórico que, de sostenerse, abre las puertas a un trastrocamiento del orden regional en contra de los intereses del Estado sionista y de EE.UU.
El temor de Olmert a una nueva guerra de contrainsurgencia como la desgastante invasión del Líbano de 1982, terminó no sólo dándole la victoria política a Hezbollah sino que pese a los golpes sufridos, éste pudo conservar su capacidad de resistencia como muestran los misiles caídos en el norte de Israel y la significativa cantidad de bajas del ejército israelí. Ante la opción de una guerra de desgaste y ante un margen diplomático y de legitimidad que se fue cerrando después de masacres como la de Qana, el gobierno israelí prefirió un compromiso.
Las consecuencias son tan grandes que es poco probable que Israel acepte sin responder el resultado provisorio de la actual batalla. En este sentido, el actual cese del fuego se parece a un armisticio entre dos guerras y tiene un carácter bastante provisional. Sin embargo, ni para EE.UU. (sin opciones a la vista ante el empantanamiento en Irak) ni para Israel será fácil recuperar la iniciativa.
Hoy más que nunca es necesario luchar por una dirección obrera revolucionaria para el conjunto las masas de la región, la única que puede aprovechar en forma progresiva el debilitamiento de los principales resortes del orden regional pro-norteamericano y sionista.
Síntesis, sobre la base de la nota de Juan Chingo en LVO 200 17/08/2006