El levantamiento de enero en esa ciudad fue la más importante crisis política y la mayor acción de masas desde que Evo Morales asumió el gobierno. Desde fines del año pasado Reyes Villa, el ex socio del masacrador Goni, venía maniobrando para alinear a Cochabamba con el planteo autonomista de las oligarquías de la “media luna”. El éxito relativo de algunas “convocatorias por la paz y la democracia” en diciembre lo alentó a subir la apuesta e impulsar un referéndum autonomista departamental. Esto hubiera cambiado la relación de fuerzas a favor de la “media luna”, pero fue visto como una provocación y causó el levantamiento de los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre, con bloqueos, poderosas movilizaciones como el cabildo abierto del 12 de enero y la toma de la prefectura, mientras la policía, tras la represión inicial, quedaba paralizada por las diferencias entre el gobierno (que destituyó al jefe policial) y el prefecto.
La agresión de bandas de choque ultraderechistas, montadas con elementos de la “juventud dorada” burguesa y lúmpenes, amparadas por la prefectura, financiadas por empresarios y con apoyo de la Juventud Cruceñista, derivó en un conato de guerra civil local con dos muertos y numerosos heridos.
El MAS dejó correr y hasta alentó al principio la movilización para neutralizar el intento de Reyes Villa, pero se opuso frontalmente a que el mismo cayera bajo el embate de masas, pues eso afectaría su búsqueda de acuerdos con la derecha y al régimen político en su conjunto.
Por eso, sus cuadros sindicales y parlamentarios traicionaron la lucha del pueblo cochabambino, sosteniendo a Reyes Villa en su cargo, pese a que había escapado y quedó muy debilitado (hasta hoy no logra reacomodarse en la Prefectura), con el argumento de “respetar la democracia”. Los dirigentes masistas maniobraron el cabildo popular, frenaron, dividieron y llamaron a desmovilizarse para esperar una futura “ley de referéndum revocatorio” de los mandatos nacionales, prefecturales o municipales, a ser negociada en el Parlamento con la derecha.
Así, el MAS prácticamente evitó que las masas derribaran a Reyes Villa. Sin embargo, no pudo impedir que sectores de vanguardia desbordaran e intentaran continuar la lucha, en medio de la profunda crisis, el vacío local de poder, aunque presionando al Consejo Departamental para declarar un fugaz “gobierno prefectural revolucionario” (ver nota en p. 7).