ENTRE DISCURSOS Y GESTOS DE TONO NACIONALISTA, el gobierno se muestra cada vez más moderado y conciliador con los empresarios, las élites autonomistas y las transnacionales. Al mismo tiempo hace oídos sordos a los justos reclamos de los trabajadores y se endurece con sus luchas.
El gobierno habla de "nacionalización de los hidrocarburos" pero firma nuevos contratos con las transnacionales del petróleo dejando en sus manos el gran negocio del gas; recompra las refinerías a Petrobras en lugar de nacionalizarlas y autoriza a YPF a hacer "empresas mixtas" con el capital extranjero.
Promete una nueva reforma agraria y no expropia una sola hectárea a los latifundistas.
Nacionaliza Vinto y contrata a Glencore -su ex propietaria- para comercializar el estaño boliviano.
Habla de "dignificación del trabajador" pero ataca a los trabajadores que luchan por el salario y en las fábricas todo sigue igual.
Entre tanto, la Asamblea Constituyente está cada vez más atada y negociada según los acuerdos con la derecha y los "cívicos" autonomistas, y cada vez más lejos de las esperanzas de muchos trabajadores, campesinos y pueblos originarios. Corriendo contra el reloj para diseñar una nueva Constitución Política del Estado que no irá más allá de la política que ya aplica el gobierno: algunas tibias reformas superficiales y franca colaboración con los empresarios, terratenientes y transnacionales en los marcos del capitalismo y la dependencia del imperialismo.
ES ESTA “MODERACIÓN” MASISTA lo que permite avanzar a la derecha, "limar diferencias" en cuestiones importantes y comenzar a estabilizar el régimen político, tras una larga crisis y enfrentamientos como los que tuvieron lugar en Cochabamba en enero.
Así, gobierno y oposición, a pesar de sus diferencias y peleas, coinciden en puntos fundamentales. No hay que olvidar que fueron los entreguistas y neoliberales PODEMOS, Unidad Nacional y el MNR los que salvaron la política petrolera del MAS, aprobando los 44 contratos en el parlamento.
Esto no quiere decir que no haya diferencias importantes en la economía, la reorganización del Estado, las autonomías departamentales o cómo responder frente a los reclamos de los trabajadores y el pueblo. Es muy posible que siga habiendo fuertes forcejeos y duras luchas políticas -como ocurre ahora por el control del Tribunal Constitucional y el poder judicial-. Es posible que nuevos "cortocircuitos" alrededor de las autonomías y otros temas estallen en la Constituyente.
Pero por ahora, la orientación del gobierno parece ser ceder y diluir sus ya muy “tibias” propuestas, regateando donde puede, a cambio de que la burguesía y el imperialismo acepten adelantar elecciones generales para el 2008, con la esperanza de consolidar y prolongar el proyecto político masista.
Habrá que esperar y ver cómo se resuelven estas pugnas. Entre tanto, hay tres cosas claras:
1) A más de un año y medio de gobierno del MAS, éste aplica a rajatabla su estrategia de colaboración de clases con empresarios, latifundistas y transnacionales; 2) No hay respuesta real a la "agenda de octubre" (verdadera nacionalización del gas) y las demandas de los obreros, campesinos, pueblos originarios y sectores populares de las ciudades; 3) La lucha por estas demandas queda por entero en manos de los trabajadores y el pueblo empobrecido.
EN ESTE MARCO, ESTÁ EN MARCHA la experiencia política con el reformismo del MAS entre sectores avanzados de las masas, que como mostraron las recientes huelgas y movilizaciones salariales, empiezan a impacientarse y desconfiar del discurso oficialista.
Mientras, prosigue el proceso de reorganización de las filas obreras, expresado en el surgimiento casi cotidiano de nuevos sindicatos, las luchas parciales y el cuestionamiento a los burócratas "amarillos" y también a los más oficialistas.
Todo ello plantea la necesidad de desarrollar la movilización de los trabajadores y el pueblo, por sus justas e impostergables demandas, defendiendo la independencia política de nuestras organizaciones frente al gobierno y los partidos empresariales, pues sólo así tendremos las manos libes para enfrentar con nuestros métodos de lucha a la reacción, poner en pie a la clase trabajadora para que pueda pesar con toda su fuerza en la escena política nacional, y forjar la alianza obrera, campesina, originaria y popular que se necesita para triunfar, abriendo el camino a una salida obrera y campesina ante la miseria, la opresión, la explotación y la sumisión al imperialismo.