SALARIOS DE HAMBRE, agotadoras jornadas de trabajo de 10, 12 y 14 horas, maltrato y despotismo empresarial, precariedad laboral, incumplimiento de bonos y beneficios sociales, discriminación a la mujer trabajadora, violación de los derechos sindicales, persecución a los dirigentes combativos, desempleo.
Esta es la realidad cotidiana que padecen la gran mayoría de los trabajadores mientras las empresas hacen enormes ganancias y el gobierno se felicita porque la economía crece. A pesar de las promesas y discursos del gobierno ningún cambio a llegado a las fábricas, talleres y empresas!
Crece el malestar y son muchos los reclamos en los lugares de trabajo ante una situación que ya no se soporta. Sin embargo, la COB, las Confederaciones y la mayoría de los dirigentes sindicales no mueven un dedo para preparar la lucha por las impostergables demandas de los trabajadores.
Es que si bien pueden hacerle algunas críticas, apoyan al gobierno de Evo Morales y su política de colaboración y pactos con los empresarios y prefieren mantener desmovilizados a los trabajadores, para no arruinar sus “buenas relaciones” con el gobierno (a pesar del absoluto fracaso de sus “mesas de trabajo”) ni “causarle problemas”.
Para muestra, basta un botón: al reciente Congreso de la Seguridad Social, convocado por la COB, se presentó una propuesta escandalosa, de colaboración con los empresarios y el Estado, que ni siquiera se propone recuperar las viejas conquistas, sino que se amolda a lo que el neoliberalismo impuso. Y por supuesto, ni hablar de medidas de lucha concretas para unir los reclamos de los trabajadores.
Hace falta un plan de lucha, discutido ampliamente y aprobado desde las bases, que dé respuestas obreras a los reclamos obreros, entre ellas:
Aumento salarial de emergencia del Básico a 1.800 Bs. Jornada de 8 horas. Estabilidad laboral y trabajo para todos. Respeto a los derechos sindicales y de organización. Nacionalización del gas, la minería y las “capitalizadas” sin pago y bajo control obrero colectivo.
Uniendo además, a estas demandas, las del campesinado y todo el pueblo pobre, como educación, salud y vivienda, tierra y territorio, para soldar la más amplia unidad obrera y popular.
La preparación de un plan de lucha así es inseparable de la defensa y recuperación de la independencia política de la COB y los sindicatos frente al gobierno del MAS y los partidos empresariales. Y plantea, además, que los sindicatos combativos y los trabajadores avanzados comiencen a tomar la iniciativa “abriendo el camino”, alentando la solidaridad y coordinación de las luchas, defendiendo la más amplia democracia obrera en las instancias sindicales, y como lo sindical no va separado de lo político, discutiendo también una perspectiva política obrera independiente.