El 11/11, los “cívicos” pararon Santa Cruz y la ciudad de Tarija (ya que el Chaco y la mayor parte del departamento no adhirió). Con esta medida, que si mostró cierta base social tuvo bastante de “lock out” patronal impuesto desde arriba, intentaron patear el tablero político e imponer su propia agenda.
Con esto buscan proteger los intereses de las petroleras y presionar al Gobierno y al Parlamento a desechar ya mismo el proyecto de Ley de la Comisión Económica (ver artículo); con la autonomía, esperan asegurarse su propia participación en las regalías, el control de los recursos naturales del departamento y manejar a Santa Cruz como si fuera su propia hacienda. De paso, pretenden “perforar” el plan político de Mesa, pues desconfían de la propuesta de Asamblea Constituyente de éste, y, finalmente, frente a lo que ven como debilidad y vacilaciones del Gobierno, posicionarse para un reagrupamiento de la “derecha dura” para imponer la continuidad de la entrega y de los planes neoliberales y derrotar a las masas, protagonistas del levantamiento de Octubre.
Sin embargo, no es tanta la fortaleza como el temor lo que los lleva a movilizarse. En efecto, Santa cruz ya no es la de 1971, que sirvió de base al golpe de Banzer. Hoy la ciudad tiene más de 1 millón de habitantes y es la segunda concentración obrera del país, después de La Paz y El Alto. Las enormes desigualdades y tensiones sociales hacen que la burguesía sienta vacilar el terreno bajo sus pies.
No en vano Santa Cruz y en general el Oriente y el Chaco, han sido escenario en los últimos meses de numerosas protestas: movilizaciones de campesinos y colonizadores, ocupaciones de tierras del MST, la organización de los pueblos originarios en defensa de sus territorios, luchas populares como contra el aumento del transporte y la crisis del ingenio UNAGRO hace pocos meses, bloqueos de los pueblos de San Alberto, Villamontes, Yacuiba, etc. por sus demandas y contra las transnacionales; o las recientes movilizaciones de obreros y obreras de la castaña en la norteña Riberalta.
Todo esto hace que los terratenientes y empresarios, acostumbrados desde siempre a manejar a látigo a sus peones, ya no se sientan tan seguros en sus inmensas haciendas, acumuladas con la complicidad de los gobiernos de turno, y teman por las jugosas ganancias de la soya y la agroindustria, de la madera o de las migajas que esperan recibir por su complicidad en la entrega del gas.
La bandera regional les sirve una vez más como tapadera de sus verdaderos intereses reaccionarios y proimperialistas e impedir que se discuta el problema de la tierra y el territorio o la recuperación del gas y las empresas “capitalizadas”, o que se haga sentir la voz de los distintos pueblos tupí-guaraníes.
No defendemos al actual Estado burgués, ni en su actual estructura unitaria -que subordina a las regiones en beneficio de las camarillas burguesas afincadas en la Paz- ni en la forma federal que proponen los cívicos de Santa Cruz o Tarija para disponer de sus regiones como de sus propias haciendas.
Al programa reaccionario de los “cívicos” y a la política de Mesa de llevar la discusión a una constituyente amañada con el Parlamento y con todas las fracciones burguesas, le oponemos el derecho de los obreros, campesinos y pueblos originarios de toda Bolivia a discutir y decidir libremente cómo quieren reorganizar el país, junto al destino de los recursos naturales y las “capitalizadas”, la tierra y el territorio, el no pago de la deuda externa y todos los grandes problemas nacionales, en una asamblea constituyente verdaderamente libre y soberana, que sólo podrá ser impuesta por la movilización y sólo podría ser garantizada por un Gobierno obrero y campesino.
Obreros y campesinos de Oriente y Occidente tenemos que unir fuerzas contra todas las alas de la “Bolivia oficial y burguesa” (paceñistas y unitarias o “cambas” y autonomistas), comenzando por la lucha por recuperar el gas expulsando a las transnacionales, una verdadera revolución agraria que liquide el latifundio y la plena autodeterminación de los pueblos originarios. Y en esta lucha, confiamos en que más pronto que tarde la joven clase obrera cruceña sabrá ocupar el lugar de vanguardia.