Bush y sus socios, como Blair, pretenden aprovechar su reciente reelección, lanzando una brutal campaña militar para imponer un control más efectivo de los centros urbanos estratégicos del territorio irakí, destruir los bastiones de la resistencia y aterrorizar a la población civil.
Considera llegado un buen momento para tratar de destrabar la situación de la ocupación, que amenaza convertirse en un pantano para los ocupantes e incluso, crea el fantasma de un Vietnam, ante la creciente oposición popular y las constantes acciones de la resistencia que ya han causado más de mil bajas a los invasores. Causando una derrota a la resistencia ahora, espera despejar el camino para que en enero próximo, de unas elecciones montadas bajo la “supervisión” directa de las bayonetas de los “marines” surja un gobierno títere más “creíble”.
Sin embargo, está por verse hasta donde podrá avanzar, pues hasta ahora los intentos de dominar militarmente las numerosas poblaciones virtualmente sublevadas no han detenido las constantes acciones armadas contra las fuerzas de ocupación así como contra los policías y funcionarios iraquíes del gobierno colaboracionista de Iyad Alawi, impuesto por los imperialistas. Incluso entre las direcciones musulmanas más conciliadoras surge cierto rechazo a la ofensiva militar, por temor a desprestigiarse al aparecer salpicados con la sangre de su propio pueblo.
¡Desde la invasión son más de 100.000 los civiles irakíes muertos, para no hablar de las torturas a prisioneros, como en la prisión de Abhu Graib -cuyas fotos indignaron al mundo- y otros crímenes cometidos por los invasores que venían a traer la “democracia” y “liberar” a Irak!
La lucha del pueblo irakí contra los invasores imperialistas es la lucha de todos los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo. Más que nunca es necesario retomar una gran campaña internacional contra la ocupación y por la solidaridad con el pueblo irakí y su heroica resistencia.