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Por una república obrera y campesina

 

EL MAS y sus intelectuales, como García Linera, quieren convencer al pueblo de que no hay otro horizonte posible que ésta democracia burguesa, con sus aditamentos “populares”. Sin embargo es posible construir otro tipo de Estado y de régimen: una República de trabajadores regida según los métodos de la democracia obrera y de masas. Los socialistas revolucionarios sostenemos que puede y debe crearse un régimen superior, cuya “semilla” asoma en la democracia directa y autoorganización que se desarrollan al calor de la movilización de masas.

El “principio” del mismo puede encontrase en la democracia obrera, campesina y popular que florece en sindicatos, juntas vecinales, comunidades, en los momentos de mayor movilización, cuando es la asamblea la máxima instancia de decisión, que elige delegados, y controla y hasta reemplaza a los dirigentes que pierden su confianza.
En el proceso de movilización, se hacen necesarias formas de coordinación más amplias, efectivas y democráticas que las organizaciones matrices existentes, para poder centralizar y tomar decisiones de todo tipo, económicas, políticas, de autodefensa, etc. Es de esta forma como se aseguran las más democráticas formas para expresar y construir una voluntad política colectiva. Ejemplos históricos no faltan: desde los Soviets (Concejos electos de obreros, soldados y campesinos) que en la Revolución Rusa de 1917 llevaron a la primer república obrera de la historia. En nuestro país, recordemos los sindicatos y milicias armadas centralizados en la COB de 1952 y el intento de poner en pie una Asamblea Popular en 1971. En similar perspectiva, aunque sin llegar a madurar, están la Coordinadora que dirigió la “guerra del agua” del 2000 en Cochabamba, o el papel de las juntas vecinales alteñas que en Octubre del 2003 fueron durante 10 días el “gobierno de hecho” en El Alto. No es casual que sobre la base de esa experiencia, en las Jornadas de mayo-junio del 2005, surgiera la moción de construir una “Asamblea Popular, nacional y originaria”.

Si los trabajadores asalariados pueden intervenir en la vida de las empresas a través de su control colectivo y mantenerlas en producción sin patrones. Si los comunarios pueden gestionar en común aspectos de la vida económica local como las tierras de pastoreo y el agua. ¿por qué no pueden coordinar y centralizar, a través de formas de democracia directa como las que hemos nombrado, la vida económica y política de la nación?

El poder de los obreros, campesinos, indígenas y sectores populares empobrecidos que con su trabajo crean la riqueza nacional, es el único “poder constituyente” que tomando en sus manos la resolución de sus problemas y las decisiones fundamentales, puede garantizar la solución efectiva de las tareas democráticas y nacionales y de las demandas de los trabajadores y el pueblo. Claro que eso no se resuelve “por ley” sino mediante la toma revolucionaria del poder. La tarea consiste no en pretender “hacer inclusivo” con reformas secundarias al Estado capita¬lista, que funciona para beneficio de los grandes explotadores y ata la nación al imperialismo, por un Estado proletario de los obreros, los campesinos y pueblos originarios.

La forma política de ese poder: un gobierno de las organizaciones de lucha de las masas, con el régimen de la democracia de los trabajadores, apoyado en milicias obreras y campesinas, armado con un programa para dar una salida de fondo a los problemas nacionales y con una dirección política revolucionaria al frente, sería expresión de un nuevo tipo transicional de Estado: una república obrera, fundada en la expropiación de los grandes medios de producción que podrá ser mil veces más democrática que cualquier república burguesa y que dará comienzo a la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores, una sociedad socialista, de la mano con los trabajadores y los pueblos de América latina y todo el mundo. Es en esta perspectiva que luchamos los socialistas revolucionarios de la LOR-CI.

E.M.



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