COMO ES COSTUMBRE, el texto plantea la necesidad estratégica para la clase obrera de luchar por el socialismo, señala que “el desmoronamiento del sistema capitalista es inevitable” y tras analizar la crisis económica mundial y subraya que “no tenemos otra alternativa que elegir entre el Socialismo o la Barbarie”. Sin embargo no logra responder claramente a la pregunta de ¿cómo luchar por el socialismo?
En el punto que se refiere a Latinoamérica nos dice que “la profundización de los procesos en los diferentes países es una tarea que los trabajadores y el pueblo de esos países no pueden eludir. Esa profundización debe conducir a las masas hacia la toma del poder e imponer un régimen de verdadero cambio social destruyendo el modelo neoliberal y el sistema capitalista. Defender y profundizar la revolución cubana así como consolidar los procesos de Venezuela y Ecuador deben ser preocupación de los movimientos obreros y populares en América Latina para evitar la traición y degeneración de los gobiernos como Lula en Brasil”. ¿Qué significa esto? ¿Debemos dar apoyo político o no a los “gobiernos populistas” burgueses como el de Chávez y Correa?
En realidad, estas formulaciones dejan la puerta abierta a una estrategia de presión sobre los gobiernos nacionalistas, como si se pudiera lograr que estos enfrentaran consecuentemente al imperialismo y hasta gobernasen para los trabajadores.
En el plano nacional
El documento denuncia la política conciliadora del MAS, sus concesiones y pactos con “el enemigo de clase”, su negativa a nacionalizar genuinamente los hidrocarburos y a cumplir “las agendas de octubre del 2003 y junio del 2005”; sin embargo no es explícito en qué deben hacer los mineros ante ataques de la oligarquía o intentonas contrarrevolucionarias, como podrían ser un golpe o amagues de guerra civil ¿Deben brindar apoyo político al gobierno o no? Los socialistas revolucionarios opinamos que no, que llegado el caso hay que luchar en la misma trinchera militar contra la reacción, pero sin brindar en ningún momento apoyo político al gobierno. Los trabajadores y el pueblo necesitan las manos libres para enfrentar y aplastar a la reacción con la que el MAS permanentemente concilia. Tampoco señala el texto que los trabajadores tienen que recuperar la independencia política y organizativa de sus organizaciones y luchar sin subordinarse a la estrategia del MAS de colaboración de clases con la burguesía. En lugar de ello, afirma de manera abstracta y sin contenido político que “para que la lucha no se desvíe y se apropie el enemigo de clase, debemos fortificar a la vanguardia” (es decir, al sector minero), lo que nuevamente deja las puertas abiertas a una política de presión con discurso rojo, sobre el gobierno para que cumpla la agenda de Octubre. Por supuesto, el texto tampoco plantea la necesidad de la alianza obrera, campesina y popular bajo la dirección del proletariado, de preparar política y organizativamente la construcción de una Asamblea Popular que pueda centralizar la lucha de los oprimidos y convertirse en un órgano de poder de las masas y mucho menos, que para evitar que “los trabajadores y los pobres sigamos generando rebeliones insurrecciónales que no culminen en Revolución Triunfante” hay que señalar claramente el objetivo de imponer un gobierno obrero, campesino y popular.
Frente a la inflación se plantea correctamente la necesidad de luchar por la recuperación del poder adquisitivo de los salarios y por una escala móvil basada en los datos y planteamientos de la COB.
Finaliza planteando “que se estructure el Instrumento Político, que sea la Dirección Revolucionaria del pueblo boliviano y que construya la nueva sociedad socialista”.
Sin embargo, no define el carácter de clase de tal instrumento, que páginas atrás fue definido como “Instrumento Político del pueblo boliviano”, dejando las puertas abiertas a cualquier tipo de frente o de acuerdo hasta con militares y burgueses “patrióticos”, cuando había que escribir categó-ricamente que se trata de construir el Instrumento Político de los trabajadores, basado en los sindicatos y para defender la independencia de clase.
"Situación de la Minería"
Este apartado denuncia la ausencia de una política minera nacional y que si Huanuni se revirtió fue por la acción de los mineros, mientras que Vinto ha sido sólo parcialmente nacionalizado ya que la "fundición de Antimonio esta en manos de Sinchi Wayra". Plantea la necesidad de “revertir al estado las empresas que se encuentran en manos de las transnacionales y una reversión gradual de las cooperativas mineras” y que es necesario “imponer el control social de los trabajadores” así como “el monopolio de la comercialización en manos del Estado”. Un punto importante, es la demanda del control social de los trabajadores en todas las empresas mineras que permitirá a los obreros conocer en profundidad los verdadero resultados económicos de las empresas adiestrándolos para el manejo directo que es el objetivo de la clase obrera.
Pero el apartado no denuncia la política minera privatizadora del gobierno ni la entrega de Corocoro, Karachipampa y El Mutún a transnacionales. Habla de “construir una política minera patriótica” mediante “una nueva ley minera donde el actor fundamental sea el Estado a través de COMIBOL” en lugar de señalar claramente que hace falta un plan obrero minero.
En suma, las ausencias, ambigüedades y concesiones al reformismo del documento le quitan filo para guiar a la vanguardia minera ante los problemas internacionales, nacionales y sectoriales que plantea la hora actual y lo alejan de una política de clase y revolucionaria.
Por Javo Ferreira