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¡Que la crisis la paguen los capitalistas! Por un Plan obrero para hecerle frente

 

Ante los primeros efectos de la crisis capitalista internacional los empresarios ya comenzaron a proteger sus ganancias descargando los costos sobre los trabajadores y el pueblo. No sólo hay especulación, carestía de la vida, caída del salario real. En sectores claves como minería y textiles también han comenzado los despidos y hasta recortes salariales comienzan a agravar la situación de los trabajadores y el pueblo pobre.

En El Alto y La Paz, la decisión norteamericana de suspender el APTDEA para Bolivia dentro de los seis meses ya ha significado la disminución de pedidos para muchos talleres -entre ellos los denominados “externos” a las grandes empresas- con lo que son los sectores obreros más precarizados y superexplotados los que comienzan a ser echados a la calle Serían cientos de puestos de trabajo los eliminados.

La crisis en la minería

La baja del precio del zinc, el estaño y otros minerales ya está golpeando duramente al sector.
En Potosí, ya se produjo el cierre de operaciones de varios ingenios y cooperativas potosinas y orureñas como Santa Fé, María Luisa, Pacacollo y 23 de marzo han anunciado su paralización. Miles de asalariados y cooperativistas pobres ya están en la calle o se ven ante la amenaza del desempleo; mientras los que en estos años se enriquecieron y despilfarraron en lujos como los vehículos Hummer que pueblan las calles potosinas, sin reinvertir en tecnología ni planificar una explotación racional, hoy salen de producción a la espera de mejores momentos.

San Bartolomé, el gran emprendimiento minero de la transnacional Coeur D’Alenne, que opera a través de Empresa Minera Manquiri, ha anunciado el retiro de unos 100 trabajadores -el 25% de su plantel-, con el argumento de la crisis. Sin embargo, con la plata a más de 9 dólares la onza, esta empresa sigue acumulando ganancias. Sus voceros reconocen que sólo “bajó su rentabilidad” y que se trata de “fortalecer el balance y reducir costos” (La Prensa 1/11).

Es decir, la transnacional recorta preventivamente sus planes y expulsa trabajadores para defender la “tasa de retorno” de sus inversiones, mantener lo más alto posible sus ganancias y proteger el valor de sus acciones en las bolsas financieras como Wall Street, todo esto a costa de los trabajadores y el país.

La respuesta oficial

El MAS y su Ministro de Minería, el maoísta Alberto Echazú, apenas atinan a acudir en ayuda de las cooperativas y los empresarios de la “minería chica” con un precio sostén para el zinc de 0.65 dólares por libra, mediante un fondo apoyo y otros incentivos. Al mismo tiempo, desde el gobierno, se comienzan a insinuar medidas para que los asalariados de Huanuni se “ajusten el cinturón” a costa de sus ingresos.
Esta política deja caer los costos de la crisis sobre los asalariados y sobre la parte más pobre de los cooperativistas y ni siquiera interfiere en las operaciones de las transnacionales del sector, desnudando el carácter de toda la política minera del gobierno, basada en la colaboración con el capital privado y las trasnacionales y que rechaza una verdadera nacionalización. La verdadera salida es que los trabajadores mineros elaboren y levanten un programa obrero de emergencia para el sector minero-metalúrgico.

Estos ataques no deben pasar
Estos hechos deben ser analizados por todos los trabajadores. Ataques como estos no deben pasar sin resistencia. Es posible que al principio muchos compañeros, sobre todo entre los más precarizados, jóvenes y mujeres, que son también los primeros en ser arrojados a la calle, precarización, se resignen al despido pensando que encontrarán pronto otro empleo. En ello tiene mucho que ver la actitud de las altas direcciones sindicales, que no están preparando ni centralizando la resistencia obrera.
Pero debemos ser conscientes que si la crisis se profundiza, significará una catástrofe para todo el pueblo trabajador, mientras los ricos ponen a salvo sus riquezas y beneficios obtenidos con nuestra explotación. Es un problema de vida o muerte. Se trata de ellos o nosotros.
Hay que poner en estado de alerta a todo el movimiento obrero y empezara discutir medidas para responder a la altura de esta amenaza, para proteger ante todo la situación de los trabajadores y nuestras familias, y que el desastre lo paguen sus responsables: los capitalistas y el imperialismo.
Es necesario prepararse para usar los métodos más decididos de combate para responder a cualquier ataque:

Los empresarios dirán, como siempre, que los obreros deben “ajustarse el cinturón” mientras ellos ponen a buen recaudo sus ganancias. Respondamos con el control de la producción por los trabajadores y la apertura de los libros de contabilidad y la documentación empresaria para evitar el “vaciamiento” de las empresas, maniobras o cierres. La experiencia del “control social” de los mineros de Huanuni debe ser aprovechada para desarrollar un verdadero control obrero colectivo.

No a las “masacres blancas” e intentos de cierre. Respondamos con la ocupación de las empresas para defender la fuente de trabajo y ponerlas a producir en manos de los trabajadores.

Los sindicatos de base deben convertirse en un instrumento de la fuerza y unidad obrera en el lugar de trabajo, contra el despotismo de los patrones. ¡Elección de delegados de sección para fortalecer la organización sindical en cada empresa con la más amplia democracia obrera! ¡Comités de huelga para salir a la lucha!

Hay que estrechar lazos en la vanguardia obrera, mediante la solidaridad y coordinación de las luchas, con el norte de recuperar la independencia política y organizativa de la COB y de nuestras organizaciones sindicales frente al gobierno del MAS y los empresarios.

Por Eduardo Molina



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