En consecuencia, el planteo de autonomías departamentales y la asamblea Constituyente “consensuada” que propone Mesa (o su combinación, como propone el “acuerdo por la nación”) son planes burgueses para engañar al pueblo y consolidar todo lo que empresarios, terratenientes y transnacionales avanzaron en dos décadas de “neoliberalismo”.
A estas trampas hay que oponerle la lucha por una Asamblea Constituyente Revolucionaria. Amplias franjas del movimiento de masas, en particular las naciones originarias y el mundo campesino, pero también las capas medias urbanas empobrecidas tienen grandes expectativas en ejercer sus aspiraciones democráticas. Ni la “autonomía” impuesta por la burguesía cruceña ni la tramposa constituyente que quiere Mesa responden a estas legítimas expectativas. Les decimos, sólo una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana, y profundamente democrática (con las formas de representación que las masas decidan), es decir una Constituyente revolucionaria rompiendo con las trampas del orden jurídico y político actual, permitiría discutir y resolver el acceso a la tierra y al territorio mediante la liquidación del latifundio, la defensa de la hoja de coca, la autodeterminación como pueblos originarios, la nacionalización del gas como recurso estratégico para salir de la miseria y el atraso, salario, empleo, educación, salud y vivienda para todos así como infinidad de demandas largamente postergadas. En fin, cómo “refundar el país” en base a la expulsión del imperialismo y las transnacionales.
Para imponer una Asamblea así es necesario llevar adelante una gran lucha y movilización nacional (superior a Octubre del 2003), la que, como única garantía, imponga un gobierno provisional de las organizaciones obreras, campesinas y populares.