Los empresarios de El Alto y La Paz han lanzado una ofensiva contra los trabajadores, con numerosos despidos -se habla de más de 200-, retraso en el pago de salarios y hasta amenazas de cierre o de “irse a Santa Cruz”. El argumento: que el paro cívico y laboral y las movilizaciones de mayo y junio les perjudicaron. Lo cierto es que los empresarios hacen gordas ganancias todo el año a costa de los miserables salarios y las largas jornadas de trabajo que deben sufrir los obreros, y ahora también quieren descargar sus supuestas pérdidas sobre las espaldas de los trabajadores.
En el fondo, este chantaje, así como la propuesta de hacer un plebiscito “contra los bloqueos” y el enjuiciamiento de dirigentes sindicales y vecinales, demuestra el temor de los capitalistas a que los trabajadores de fábricas, talleres y empresas comiencen a levantar cabeza. En realidad, la inmensa mayoría no quiere irse, pues la mano de obra barata y eficiente que pueden explotar en El Alto es la fuente de sus ganancias. Lamentablemente, la actitud de la mayoría de la actual dirigencia sindical dejó a los fabriles y otros sectores asalariados con las manos prácticamente atadas para participar en las recientes movilizaciones de manera organizada y ahora para defenderse ante estos ataques. Es que “dirigentes” como el Sr. Gálvez, de la Confederación de fabriles, imponen una política de “pacto social” en las empresas en nombre de la producción y el empleo, justificando hasta la entrega al imperialismo a través de un Tratado de libre Comercio.
Ante cualquier cierre o despido, lo que corresponde es una respuesta obrera inmediata y unitaria, con la ocupación de la empresa para defender la fuente de trabajo, exigiendo su nacionalización bajo control obrero colectivo. Es necesario comenzar a organizarse por abajo para acabar con la prepotencia patronal, defender el salario y el empleo, y preparar la lucha para recuperar plenos derechos laborales y sindicales.